Tropa inmortal


Año 1998. Los Chicago Bulls de Michael Jordan y Phil Jackson culminan su segundo three peat, tras imponerse a los Utah Jazz de John Stockton, Karl Malone y Jerry Sloan por segunda vez consecutiva en el escalón previo a la gloria máxima. Los Indiana Pacers de Reggie Miller, Rik Smiths, un pujante Jalen Rose y Larry Bird habían llevado a los Toros hasta el límite (7º partido) en la final de la Conferencia Este, mientras que Utah llegaba tras imponerse con un categórico sweep a unos irregulares Lakers, gérmen del equipo que dominaría la NBA con mano de hierro apenas 2 años después y con un imberbe Kobe Bryant mostrando una personalidad impropia de su edad, pero huérfano aún de acierto en los momentos decisivos.

El imparable paso del tiempo ha ido sepultando sin prisa pero sin pausa a todos aquellos maravillosos equipos, y casi todas las franquicias punteras en los estertores del siglo XX se han visto obligadas a acometer travesías por el desierto de mayor o menor duración. Afinando al máximo, todas salvo una de ellas. Porque en aquella campaña 1997/98 nació la unión de dos personalidades que han marcado a fuego la historia moderna de la NBA, la de un novato recién salido de Wake Forest y un coach con la Air Force Academy como alma máter: Tim Duncan y Gregg Popovich constituían una sociedad llamada a la excelencia eterna.

Aquel sería el inicio de 19 temporadas consecutivas con un récord de al menos un 61% de victorias en regular season, sin faltar nunca a los playoffs y con una mano repleta de anillos de campeón. Duncan y Popovich no entienden de modas, evolucionan, mutan y sobreviven a cambios de reglas y tendencias. Casi 2 décadas después los Golden State Warriors de Steve Kerr reescriben las reglas del juego y asaltan gestas en apariencia inalcanzables, y el entrenador de 2º año nacido en Beirut avista en el horizonte la amenaza de un ejército inmortal, liderado por 2 tótems que fueron rivales y compañeros en sus tiempos como tirador letal en pantalón corto.

Tras dominar desde el cemento primero y llevar la circulación de balón en ataque hasta su cima estética (en aquellas apoteósicas finales ante los Miami Heat del Big Three en 2014) después, Popovich ha recuperado su chistera táctica para asombrar una vez más al mundo del baloncesto. A la sombra de las barbaridades diarias de los de la bahía de Oackland, los Spurs han sumado este año a su fenomenal engranaje ofensivo (107.8 puntos por cada 100 posesiones, con un 51.3% de acierto en tiros de campo, 25 asistencias por noche y apenas 13 balones perdidos, todos ellos registros al menos Top4 de la NBA) una magistral vuelta a sus orígenes de juggernaut destructivo coral. San Antonio permite este año la terrorífica cifra de 95 puntos por cada 100 posesiones, con Leonard y sus interminables brazos liderando cual criatura surgida de la mente de Lovecraft a una de las 10 mejores defensas de toda la historia de la liga.





Con el Tanking y las reconstrucciones desde las cenizas en boca de todos, en San Antonio se han renovado sin importunarnos, en la tónica de su alergia proverbial al ruido mediático. Popovich apostó por Leonard, sacrificando en su consecución a uno de sus guerreros favoritos (George Hill), y lo coció a fuego lento hasta moldear una pesadilla para los atacantes rivales que ya es también un jugador ofensivo de élite (20.9 puntos, con un 51% de acierto en tiros de campo y un colosal 46% desde la línea de 3). Todo sin lugar para el ego desmedido, con el chaval creciendo al amparo de un Tim Duncan que es la ejemplaridad encarnada en un corpachón de 2,11 metros. El último ejemplo lo tuvimos hace apenas unos días, en plena obra de arte defensiva ante unos Warriors que pasaron de promediar más de 115 puntos por partido a quedarse en unos pírricos 79 en su visita a Texas. Para contrarrestar el small ball de los californianos, Popovich dejó a Duncan en el banquillo por 3ª vez en una carrera cifrada en 1383 partidos (los 2 anteriores debido a retornos a la actividad tras lesiones), y únicamente otorgó 9 minutos en pista a la leyenda de la franquicia. Ni un solo reproche ha salido de la boca de Timmy, en la última y definitiva muestra de su intachable profesionalidad.

El viejo trío (Parker, Ginobili y el gigante de Islas Vírgenes) no se ha ido a ningún lado, pero el testigo estelar ha recaído de forma natural y orgánica sobre Leonard y el recién llegado LaMarcus Aldridge, sin traicionar en ningún momento la filosofía que ha permitido a la franquicia desafiar al más formidable de los enemigos: el paso del tiempo. Los Spurs son un EQUIPO, con el colectivo y sus líderes primigenios arrinconando hasta la desaparición cualquier conato de ego e individualismo fuera del plan incontestable.

"We are not running plays for Kawhi Leonard, we´re running plays for The San Antonio Spurs".

Aldridge se ha integrado con una naturalidad asombrosa, como si también él llevara décadas afincado en El Álamo, y su sociedad con Parker (ya sea en el pick&roll o en el pick&pop, letal gracias a su talento diferencial desde la media distancia) se suma a esas situaciones de aclarados lejanos que domina desde sus inicios como profesional, para castigar sin clemencia al rival de turno. Leonard amenaza desde cualquier ángulo de la cancha (poste bajo, cabeza de la bombilla, larga distancia), mientras una segunda unidad de culto (Manu, Diaw, Mills, West, Anderson...) genera parciales positivos y Popovich impone su ritmo predilecto, en busca de la mayor pulcritud ejecutora posible y alejado de la cultura de aceleración que se impone en la NBA moderna (96.9 posesiones por partido, 27ºs de la competición).












Con 59 victorias (pleno de 35 en su guarida del AT&T Center) y 10 derrotas, el ejército inmortal de Popovich se cita al unísono con el rival de turno y con la historia, enarbolando la bandera del colectivismo en su papel de custodios eternos del baloncesto. Porque, más allá de modas y tendencias, están ellos: están los San Antonio Spurs.






Deep Space


"En el espacio, nadie puede oír tus gritos."

Alien, el Octavo Pasajero (Ridley Scott, 1979).


Una revolución estética e ideológica: es lo que están perpetrando los Golden State Warriors de Steve Kerr, con Curry sombrero en cabeza cual Pancho Villa moderno. En la era del pace & space, el mejor tirador de la historia de nuestro juego manipula dicho espacio a su antojo, lo contrae y expande desde su combinación letal de rango de lanzamiento y manejo de balón. Un jugador liviano y frágil en apariencia (de pasado, más bien) está cambiando todo un deporte, y a algunos venerables tótems les cuesta un mundo asimilarlo.

Decía Oscar Robertson la semana pasada, preguntado por la surrealista campaña de estos Warriors, que los entrenadores actuales no entienden el baloncesto, que los equipos comienzan a defender desde la línea de tiros libres y que a él le doblaron marcajes muchas veces durante su extraordinaria carrera. Phil Jackson, por otro lado, comparaba al Curry actual con Chris Jackson y Mahmoud Abdul-Rauf. Como dijo Jack el Destripador, vayamos por partes...

Cuando "Big O" desprecia el esfuerzo de los entrenadores NBA, demuestra no haber seguido con el suficiente interés la maravilla individual (Curry) y coral que son los Warriors de Steve Kerr. El último MVP acaba de batir el récord histórico de triples convertidos en una temporada que él mismo firmó el curso pasado (286), a falta de 26 partidos por disputarse. Para acabar de ponderar tamaña barbaridad, puntualizar que Steph monopoliza ya el podio de mejores campañas desde el triple (288 en lo que va de campaña, 286 en la 14/15 y 272 en la 12/13), igualó el tope en un mismo partido con 12 (acompañando a Kobe Bryant y Donyell Marshall) y volatilizó la marca de Korver (129 duelos consecutivos ya anotando al menos un triple). Pero la amenaza real, el terror insondable que arruina las noches de descanso de los entrenadores de la liga, es el rango del asesino de Akron. Porque Curry es una amenaza desde cualquier rincón de una pista de baloncesto...

El dato es abrumador, y no será el último que lancemos merecedor de tal adjetivo: Stephen ha anotado este curso 36 tiros desde una distancia de entre 28 y 50 pies (más allá de la línea de 3 puntos), de los 54 que ha intentado. Un surrealista 67% de acierto (45 puntos porcentuales más alto que el de la media de la liga) que obliga a defenderle desde el mismo momento en el que cruza la divisoria de ambas pistas. Cualquier despiste puede ser mortal de necesidad, bien lo saben los Oklahoma City Thunder...  


El tiro ganador de Curry ante los Thunder, ejemplo de un rango demencial. Fuente: nba.com 

Añadamos a esa demanda de atención permanente para los defensores su velocidad a la hora de armar el brazo, los altísimos porcentajes tanto en el tiro tras bote como en suertes tan complejas como el triple en fadeaway (70% de acierto, más propio de un videojuego), el excelente manejo de balón (trabajado día a día en exigentes e hipnóticas rutinas pre-partido) y su talento en el pase, y obtendremos un galimatías irresoluble, un diablo que alcanza el rol de semidiós de nuestro juego cuando comparte cancha con otros cuatro pequeños compinches. Porque, mientras Robertson y Jackson emiten juicios superficiales, los estrategas de la mejor competición del planeta se devanan los sesos tratando de hallar una réplica al small ball de los de Oackland, sin suerte.

Curry-Thompson-Iguodala-Barnes-Green. Si la tropa invencible de Steve Kerr (53 victorias y 5 derrotas hasta la fecha, mejor balance de toda la historia a estas alturas) se encuentra en problemas, el ex de Bulls y Spurs siempre puede acudir a su pentagrama devastador. Con 4 compañeros capaces de echar el balón al suelo, pasarlo y tirar a canasta, perseguir o doblar el marcaje sobre Steph es lo mismo que dejarle lanzar con una mínima comodidad: un dulce suicidio. Si además esos 4 elementos son también fiables tanto en ajustes defensivos como en cambios automáticos, el resultado será la segunda tanda de datos abrumadores de esta entrada.

El quinteto de la muerte de los Warriors ha compartido 147 minutos en cancha, repartidos en 31 partidos. Su eficiencia ofensiva se sitúa en 144 puntos por cada 100 posesiones, encajando 94.8 en ese mismo número de jugadas: un brutal diferencial positivo de 49.1 puntos en el que mucho tiene que ver un Draymond Green que se ha erigido en playmaker de facto del equipo. Tomar el consejo de Oscar Robertson y doblar el marcaje sobre Curry supone permitir una situación de superioridad 4vs3 con Green en posesión de la pelota naranja: un sueño para el clarividente y dinámico falso-pívot (7.4 asistencias de media).




Ritmo (104.2 posesiones por partido, igualados con los Kings en lo más alto), solidaridad (29.1 asistencias de media) y producción (110.8 puntos por cada 100 posesiones): la ofensiva de Golden State lidera la NBA en todos los conceptos anteriores. Y su defensa se codea con la flor y nata destructiva, dejando de lado a los ejemplares San Antonio Spurs. La aventura de Curry y sus acólitos continúa, desafiando espacio y tiempo (con los Bulls de las 72 victorias en el horizonte).

Y, en lo más profundo de su genialidad, nadie alcanza a escuchar los gritos de unos ceñudos tótems arrinconados por el imparable flujo del progreso...




El guardabosques

Uno de los mejores quintetos iniciales de la NBA, generador de ilusiones en una orgullosa franquicia tras su silenciosa reconstrucción, volatilizado. La diáspora veraniega (con Aldridge, López, Batum, Matthews y Afflalo abandonando el barco) arrasó el bosque de los Blazers, dejando al equipo de Oregón asomado al más insondable de los abismos: el de la indiferencia. Portland, más allá de las explosiones puntuales de un Lillard presumiblemente desatado, no contaba competitivamente para nada ni para nadie. Con un payroll 13 millones de dólares por debajo del límite salarial y un róster trufado de remedos y tipos rebotados desde otros lugares, la irrelevancia parecía el único destino posible, para todos menos para el talentoso guardabosques. Porque, como decíamos hace unos días hablando del milagro de los Dallas Mavericks, de nuevo pasamos por alto al hombre de la pizarra...

Terry Stotts no es un entrenador cualquiera: asistente principal de George Karl en aquellos Seattle Supersonics finalistas en 1996, Rick Carlisle le reclamó como coordinador ofensivo de sus Dallas Mavericks en 2008, alcanzando la cumbre con el anillo de 2011 (en el que el ataque de los Mavs se coronó como el más eficiente de los playoffs). Y, ante tan mayúsculo reto, Terry apartó el derrotismo y tiró de todo el optimismo y espíritu constructivo inherente a su carácter. A partir del esfuerzo innegociable y del talento de su backcourt, los Blazers construirían la mejor cabaña posible.

Con Plumlee, Vonleh y Aminu acompañándoles en el starting five, el 100% del peso ofensivo y creativo recaería sin remedio sobre Lillard y McCollum. Las expectativas con Damian eran altísimas, y el asesino de Oackland se ha encargado de cumplirlas a rajatabla (25.1 puntos y 7.2 asistencias de media, dejando para el recuerdo los 51 de la histórica exhibición ante los arrolladores Golden State Warriors), pero en la ascención de su compinche hallaremos el factor clave de estos Blazers.

C.J regaló fogonazos de su talento en los últimos playoffs (17 puntos de promedio, por los 6.8 de la temporada regular), con un fantástico 47.8% de acierto desde la línea de 3. Stotts sabía que, más allá de un tirador en progresión, en el combo guard anidaba un depredador letal en el uno contra uno. Prestidigitador con mil trucos en la chistera (uno de los mayores arsenales de hesitation moves de la NBA) y purista del crossover, los sistemas ofensivos de Portland buscan una y otra vez provocar cambios defensivos en los que McCollum acabe encarando a uno de los hombres grandes del rival. Y, una vez allí, la altísima efectividad de C.J en el one-on-one para generar espacio y armar el lanzamiento desde la media o larga distancia es maná para los Blazers (21.1 puntos y 4.3 asistencias en su tarjeta de lo que va de curso).


Resultado: con un róster justísimo de talento ejecutor, y gracias a un maestro de la pizarra que imagina situaciones en las que maximizar el talento de sus dos líderes exteriores, Portland es el 7º ataque más eficiente de la competición (104.5 puntos producidos por cada 100 posesiones, igualando el registro alcanzado curso pasado con un sinfín de recursos adicionales) y el 4º en puntos generados desde la línea de 3 (30.6). Tiene que tratarse de brujería, maldita sea...

Pero haría falta acudir también a ese esfuerzo innegociable del que hablábamos en los albores del análisis para que la prodigiosa aventura llegara a buen puerto, y aquí las instrucciones de Stotts serían cristalinas: aún jugando con interiores móviles y dinámicos, la agresividad a la hora de cargar el rebote en los dos aros era el mantra. El desaliento nunca figuraría como opción.

54.4 rebotes totales (6ºs NBA), 11.9 ofensivos (3ºs): los big fellas de Portland no intimidan, pero atacan cada bola escupida por el aro con un fanatismo salvaje. 7.7 capturas por noche firmadas por Plumlee, 7.2 (2.8 en ataque) en apenas 21 minutos de juego para Ed Davis, 6.3 aportadas por Aminu desde la posición de 3, 4.2 (en 16.1 minutos) del chaval Vonleh... esfuerzo coral, éxito inesperado. Perseguir cada pelota naranja como si fuera la última.

Inmersos en una racha activa de 6 victorias consecutivas, los Trail Blazers y su siempre implicada parroquia exhiben con orgullo un record de 30 victorias y 27 derrotas (19-11 en su guarida del Moda Center) que les coloca en el 7º puesto de la Conferencia Oeste, igualados con los también sorprendentes inquilinos del 6º: los Dallas Mavericks de Rick Carlisle. Y todo gracias a un guardabosques inasequible al desaliento, que comenzó a repoblar la arboleda al segundo de sofocar el incendio.

En una competición de jugadores, el trajeado Stotts brilla con luz propia.

Terry superstar. Fuente: nba.com




Un druida en Texas


Un verano prometedor que se tornaba en tórrida pesadilla, con los Dallas Mavericks saliendo escaldados de affaire DeAndre Jordan, parecía abocar a un tanking indiscriminado al equipo de Cuban. Muchos analistas situaron a los Mavs en los vagones de cola de la Conferencia Oeste, olvidando que, pese a las salidas de Monta Ellis y Tyson Chandler (capitales ambos el curso pasado), un druida de Massachussets y un cañonero de Wurzburg continuaban rigiendo los destinos de la tropa.

En los 7 años de Rick Carlisle en el banquillo, los Mavericks han afrontado diversas reinvenciones sin bajar nunca del 50% de registro victorias-derrotas (y apeándose una única vez del tren de los playoffs). Pero esta temporada llegaba el más difícil todavía, con un róster entrado en años, trufado de jugadores tratando de reinventar sus carreras tras lesiones (Matthews, Williams, Parsons), pseudo profesionales (Felton, McGee) y sin protectores de aro de valía contrastada. Tocaba que el druida innovara con nuevos trucos, en busca de una pócima milagrosa capaz de hacer del equipo un bloque competitivo. Y Mr Carlisle ha vuelto a maravillarnos...

La llegada de uno de los mayores expertos del planeta basket en el noble arte de poner bloqueos de calidad (el georgiano Zaza Pachulia, que está completando la mejor campaña de su carrera) empujó al coach hacia el uso masivo de dicha suerte para evitar en lo posible un desplome en la excelencia ofensiva sostenida por el equipo durante los últimos años: Dallas se sitúa en la mitad de la NBA si hablamos de eficiencia en ataque, con 102.2 puntos producidos por cada 100 posesiones. Haciendo coincidir a multitud de tiradores más que decentes en el quinteto (Dirk, Matthews, D-Will, Parsons, Felton...) se logra además generar una de las situaciones más temidas por cualquier engranaje defensivo: aquella en la que un tirador coloca el bloqueo alto a otro tirador. Los Mavs 15/16 son un jump shooting team en toda regla, con Nowitzki prorrogando además su clínic eterno en jugadas de pick&pop. 28.3 puntos por partido generados desde la línea de 3 (6ºs NBA), para compensar el erial de recursos en la pintura (38 puntos, 26ºs NBA).

Los artífices del milagro. Fuente: scout.com

Solucionados los problemas en pista rival, tocaba acudir a los de la propia, tan preocupantes o más. Sin protección interior (Nowitzki y Pachulia como pareja en la zona) ni capacidad reboteadora (25º equipo de la liga en capturas totales, 28º en rebotes ofensivos), la solución parecía clara: renunciar a cargar el aro rival, para evitar desorganizar una defensa con problemas de base a la hora de correr hacia atrás, derivados de la veteranía de sus puntales. Sumando a la marmita un énfasis brutal en el cuidado de la pelota naranja (12.7 balones perdidos por noche, los que menos de toda la NBA, para cercenar los contraataques) y un engranaje coral obsesionado con evitar que el rival de turno llegue hasta las cercanías de aro (aunque ello conlleve desatender en ocasiones la línea de 3 puntos, el clásico cuento de la manta que tapa la cabeza y desprotege los pies), Carlisle logra contra todo pronóstico que su tropa defienda dignamente, y sitúa al juguete de Cuban en la 6ª posición del Wild West con 29 victorias y 26 derrotas a la llegada del All Star Weekend.

La nueva pirueta competitiva del druida le coloca como uno de los favoritos para darle un hermanito al galardón de Coach Of The Year que descansa sobre su chimenea desde 2002. El riesgo fue siempre apostar contra la maestría de Carlisle...




Monstruos fuera de foco


Dos arrolladoras supernovas, ubicadas en California y Texas, coexisten en el curso 15/16 cegando a crítica y público con su brillo incandescente en un acontecimiento sin paragón en la historia de la NBA. Los Golden State Warriors (45 victorias y 4 derrotas a cierre de líneas, invictos en su feudo del Oracle -22V- y en plena persecución del registro histórico de los Bulls de la campaña 95/96) y los eternos San Antonio Spurs (41 victorias y 8 derrotas, también con su fortaleza pendiente de ser profanada -27V-  y elevando la defensa a una nueva categoría artística) monopolizan titulares, análisis y favoritismos. Y con total legitimidad.

Con todo, el peligro para estos dos juggernauts colectivos podría aguardar a la vuelta de la esquina. Porque, agazapados en una cómoda oscuridad, se relame una pareja de monstruos destinados a reinar desde su primera y única visita a las finales, hace ya más de 3 años. Aún conscientes de la dificultad que entraña el reto de derribar a semejantes colosos, resultaría extremadamente osado olvidar en las quinielas a Kevin Durant y a Russell Westbrook. 


Dúo letal. Fuente: nba.com

Comparar a estos Thunder con los del curso pasado, en busca del impactos positivos asociados a los cambios implantados por Billy Donovan, se aleja de toda justicia. Las lesiones asolaron al equipo del discutido Scott Brooks (con un libreto de ataque más simple que el funcionamiento de un reloj de arena), con Durant, Westbrook e Ibaka perdiéndose 88 partidos entre los 3. Así, pese a que el esfuerzo sobrehumano del point guard con el #0 en la casaca cerca estuvo de bastarles para entrar en los playoffs con el último billete, el pasado viaje debe catalogarse como de mera transición. Transición hacia el rearme.

Hoy, con el trío estelar de vuelta y en plenas facultades, los Thunder anotan 108.8 puntos por cada 100 posesiones (2º ataque más eficiente de la liga, por detrás de los alucinantes Warriors), destacando poderosamente sus guarismos tanto en la pintura (47.6 puntos por noche, tercer mejor registro NBA) como en transición (4ºs en producción total y segundos en eficiencia a la carrera). Ambas suertes marca de la casa de su agresivo base All Star.

El retorno de Durant no ha variado un ápice la intensidad y arrolladora actividad de un Westbrook que sigue atacando el aro rival con fanatismo incandescente (10.5 asaltos por partido), amparado en sus alienígenas aptitudes físicas. Los 24 puntos, 7.6 rebotes, 10 asistencias, 2.4 robos de balón (líder NBA) son una inmejorable tarjeta de presentación para este voraz superdotado, que comparte el mando con otro monstruo longuilíneo, de vuelta tras prolongado retiro y paulatina recuperación.

Porque Durant ha regresado, y ya recuerda a su mejor versión posible. Cañonero letal (27.4 puntos de promedio, con un 50.7% de acierto en tiros de campo y el 4º mejor registro de toda la NBA en puntos por tiro, paradigma de eficiencia si hablamos de un anotador de perímetro), amenaza poliédrica (7.9 rebotes, 4.5 asistencias, 1.2 tapones) y asesino en el clutch, en su incontenible sociedad con Westbrook descansan las esperanzas de la tropa de Donovan.

Añadamos al cóctel el factor Ibaka (en su doble variante de corrector interior de élite y tercer arma ofensiva), la visible mejoría de Waiters (ocupando en el quinteto el puesto destinado a Roberson, cumpliendo con decencia creciente en defensa y olvidando por momentos esos tiros tras secuencias interminables de innecesarios botes que eran marca de la casa) y la profundidad del róster (Morrow, Adams, Singler, "El rey del crudo" Kanter...) y obtendremos un equipo que cabalga con un registro de 38 victorias y 13 derrotas (9 triunfos en los últimos 10 partidos), persiguiendo a los favoritos al anillo desde un formato que olvida selectivamente los lanzamientos de 3 puntos (22 intentos por noche, 22ºs NBA).

"Monsters are real [...] they live inside of us and, sometimes, they win."

Bien harían Warriors y Spurs en colgar del pomo de sus vestuarios la cita anterior de Stephen King. Dos monstruos, All Stars y residentes en Oklahoma, podrían acabar siendo una piedra en su triunfal camino de postemporada...

Billy y su libreto ofensivo enriquecen a los Thunder. Fuente: hoopshype.com



Devastadora simplicidad


Estaréis hartos de leer, en este rincón y en otros de mucho más nivel y enjundia, acerca de la evolución imparable del baloncesto NBA, de su tendencia a la velocidad, el espaciado, la selección eficiente de los lanzamientos, la reducción del tamaño y la naturaleza aposicional en sus protagonistas. Pero existen muchas maneras de perseguir las victorias y el éxito, y muchas veces es el capital humano del que un entrenador dispone el que acaba determinando el libreto a utilizar.

Los Detroit Pistons de Stan Van Gundy son un interesante ejemplo de maximización de mandamientos clásicos del juego. El que fuera entrenador de aquellos Orlando Magic que se plantaron en las finales de 2009 (para caer en 5 partidos ante los Lakers de Bryant y Gasol) pretendió implantar en la Motown un sistema similar al de aquel equipo, edificado sobre un center dominante (entonces Howard, ahora Drummond) y una serie de exteriores apostados en el resto de posiciones de la cancha, aguardando a que las defensas se cerraran sobre el gólem para acribillar al rival desde fuera. Pero el éxito de estos Pistons (en puestos de playoffs a cierre de líneas, con 22 victorias y 19 derrotas) presenta 2 pilares fundamentales, a contracorriente con la moda imperante en esta NBA del pace & space.

El primero llega desde la defensa de élite que Van Gundy ha construido en Michigan. El equipo apenas encaja 99.1 puntos por cada 100 posesiones, 6º mejor registro de la NBA, y ello sin destacar especialmente ni a la hora de presionar líneas de pase (16ºs en robos de balón, pese al buen trabajo físico que ofrecen tanto el novato Johnson como un sorprendente Caldwell-Pope) ni a la de proteger su aro (antepenúltimos en tapones por partido). ¿Dónde está entonces el secreto de estos Pistons?: en su defensa sobre las transiciones de los rivales, una de las vías más eficaces a la hora de generar puntos en la nueva NBA.

Detroit apenas permite a sus antagonistas 10.5 puntos por noche al galope (4ºs mejores de la competición en este registro), debido a que evita en la medida de lo posible la detonación de este tipo de jugadas cargando con fanatismo visceral ese rebote ofensivo despreciado por muchos entrenadores en el baloncesto moderno. Acaudillados por el monstruoso Drummond (5.4 capturas de media en aro contrario), los Pistons lideran a toda la NBA con 13.7 rebotes en ataque, viendo una oportunidad en donde muchos otros identifican un problema que desorganiza sus balances defensivos.

Pero si a la hora de contener los puntos encajados los Pistons acuden a una faceta del juego pasada de moda en apariencia, es a la de producir los propios cuando su minimalismo alcanza las mayores cotas. El 80% del sistema ofensivo del equipo se basa en el más simple e inmortal de los conceptos baloncestísticos, pero devastador cuando es ejecutado por 2 actores física y técnicamente elegidos para ello.

Olvidad los porcentajes de acierto de Reggie Jackson (mejorable 43.8% en tiros de campo y 34.9% en triples), la agresividad y verticalidad endiablada de su juego es lo que salva del colapso al ataque de Detroit. Con 11.5 penetraciones a canasta de media (para valorar la importancia del dato, recordemos que Westbrook - paradigma del pointguard arrollador - está en 10.3), el ex de los Thunder se vale de su velocidad, potencia y excelencia con el crossover para castigar una y otra vez al sistema rival. Si a todo ello le sumamos un socio como Drummond, que mejora a marchas forzadas en el arte de colocar bloqueos y es un monstruo imparable finalizando en las cercanías del aro, obtenemos un pick&roll devastador. Y Van Gundy no oculta su intención de explotarlo hasta la saciedad.

Jackson & Drummond, ejecutando su jugada fetiche. Fuente: mlive.com

Ubicados en la mitad baja de los equipos si hablamos de eficiencia ofensiva (18ºs NBA), los Pistons son sin embargo 7ºs en puntos generados en la pintura (44.7 por noche), consecuencia directa del uso indiscrimado del bloqueo y continuación, y 10ºs en puntos al contrataque (gracias a sus buenos guarismos en el rebote defensivo). Mediante un sencillo e inmortal recurso, Stan evita que un ataque con tendencia a la saturación caiga hasta el fondo de la competición.

Y la parroquia del Palace of Auburn Hills se siente orgullosa de una tropa áspera, competitiva y letal desde la simplicidad.




La extraña pareja

Hablar de una pareja en el ecosistema (con novedades estructurales e ideológicas importantes, derivadas de la llegada de Billy Donovan) de los Oklahoma City Thunder se asocia irremediablemente al dúo Durant-Westbrook, seguramente 2 de los 6 mejores jugadores de la NBA actual. Los dos monstruos acaparadores comienzan el curso sin problemas físicos de consideración, y eso convierte automáticamente a los Thunder en candidatos al anillo, más aún con el alero en último año de contrato y escuchando cantos de sirena procedentes de todos los rincones de país. Aquel equipo llamado a dominar el futuro (finalistas de la Conferencia Oeste en 2011, finalistas de la NBA en 2012) se encuentra agobiado por el presente. Es ahora o, posiblemente, nunca.

Pero la pretensión hoy es dejarnos llevar por la originalidad, para hablar de otro combo (exterior-interior) del profundísimo róster al servicio del ex-coach de la University of Florida. Porque en el banquillo del equipo ocupan posiciones dos tipos que presentan los mayores interrogantes de una tropa llamada a desafiar a los Golden State Warriors en la batalla por el cetro del Wild West.

Enes Kanter arroja ya una curiosa paradoja de salida: la de un max-player que sale desde el banco. Sam Presti igualó la oferta que los Blazers trasladaron al center turco (70 millones de dólares por 4 campañas), relativamente contento con el rendimiento que el ex de los Jazz ofreció en su corto periplo con el equipo (18.7 puntos y 11 rebotes de media en 26 partidos). Y lo cierto es que el pívot presenta virtudes evidentes, entre las que destacan sus imponentes recursos ofensivos y su habilidad y deseo a la hora de cargar el rebote en aro contrario, pero en la faceta defensiva llegan los problemas para el bueno de Enes. La brutal transformación de los Jazz (mutando de desastre absoluto a engranaje defensivo de élite) concidió con la salida de su pívot, y no precisamente por casualidad.

Chollo en ataque para los propios, chollo en defensa para los ajenos. Fuente: nba.com

La era de las estadísticas avanzadas nos ofrece jugosos registros que complementan los clásicos de puntos, rebotes, asistencias y demás. Y uno fundamental a la hora de evaluar las prestaciones defensivas de los jugadores interiores es el acierto en tiros de campo que provocan a sus rivales en las cercanías del aro, figurando aquí el 57% firmado por Kanter como el peor de entre todos los gigantes de la NBA el curso pasado. No es de extrañar, por tanto, el que Donovan venga loando permanentemente la importancia de Steven Adams en el equipo, y que le haya entregado en bandeja el puesto de 5 titular.

Pero si queremos buscar un verso suelto, el candidato más evidente es el otro componente de esta extraña pareja. El movimiento que acabó con la salida de Reggie Jackson y la llegada de Dion Waiters es fácilmente explicable desde el lado de Oklahoma (liberación de carga salarial y solución al descontento de Jackson con su rol dentro de la rotación), no lo es tanto el papel de Waiters en este equipo. Porque el que fuera nº4 del draft de 2012 es, dentro de un baloncesto obsesionado con la distribución más eficiente posible en los lanzamientos, la ineficiencia personificada.

Waiters es un acaparador de balón en un equipo que cuenta ya con Durant y con Westbrook (sus secuencias reclamando la bola desesperado son ya clásicos inmortales); un pésimo tirador de 3 (29.7% de acierto en la 14/15, 28.6% en la 15/16) en una NBA que prioriza este tipo de lanzamientos; un escolta que necesita varios botes de balón antes de ejecutar (el catch&shoot, tan importante en un grupo con dos superestrellas, es un misterio absoluto para él) y un mediocre defensor. Un tipo sobrado de potencial que ni encuentra su sitio ni parece esforzarse lo más mínimo por hacerlo, si el proceso conlleva una mínima adaptación por su parte.


Waiters reclamando la bola, un clásico de nuestro tiempo. Fuente: blacksportsonline.com

Dos jugadores talentosos, llamados a sostener el caudal ofensivo de la 2ª unidad tratando de evitar que sus problemas les saquen de foco en los momentos decisivos de la temporada. La extraña pareja que habita a la sombra del dúo más estelar del baloncesto mundial.




Más allá del límite


Su extraordinario trabajo como asistente principal de Steve Kerr en los triunfales Warriors del curso pasado ha devuelto a Alvin Gentry a una primera línea de la que nunca debió salir. Y el mercado le ofreció un caramelo altamente apetitoso: el de explorar los límites del monstruo más intrigante de la NBA. Si es que los hay...

24.4 puntos, 10.2 rebotes, 1.5 robos de balón y 2.9 tapones, como tarjeta de méritos durante la regular season (con un PER histórico del 30.8). 31.5 puntos, 11 rebotes, 1.3 robos y 3 tapones de promedio en la serie de 1ª ronda ante el ex-equipo de su nuevo coach. Encarando su 4ª temporada como profesional y con apenas 22 años de edad, el cielo es el límite de un Anthony Davis que ha añadido un muy sólido lanzamiento desde la media distancia a su contundencia cerca del aro (66% de acierto el curso pasado en la pintura). El chico, una pesadilla para los rivales en defensa, aspira a ser también imparable en ataque, y ahí le puede ayudar y mucho el nuevo jefe.


El futuro ya está aquí. Fuente: thebirdwrites.com

Es natural asociar los inolvidables Phoenix Suns de Nash y Stoudemire a la figura de Mike D´Antoni, pero no debemos olvidar que su heredero en el banquillo firmó una extraordinaria campaña en el año de la sucesión. Durante aquel curso 2009-2010, los Suns de Gentry lideraron la liga en eficiencia ofensiva (brutales 115.3 puntos anotados por cada 100 posesiones) y rozaron la final de la NBA con un quinteto que enarbolaba la bandera del espaciado, esa misma que daría a los Warriors su primer anillo en 40 años. STAT en la pintura y como socio en el pick&roll de Nash, y todos los demás abriendo la cancha. Nótese que el big fella habitual al lado de Amar´e era Channing Frye, cuyo principal rol ofensivo ha sido siempre el de aguardar su oportunidad, apostado tras la línea de 3 puntos.

Es de esperar que los Pelicans experimenten una mejora inmediata en ataque, a partir de un spacing potenciado por armas que tienen ya en nómina. Si las lesiones lo permiten, no es difícil adivinar que Ryan Anderson jugará un papel de peso en esta nueva era en New Orleans. El de Sacramento es uno de los mejores stretch fours de la liga, y la mera amenaza de su presencia en cancha incrementará la letalidad de la sociedad Evans-Davis. Un playmaker como Tyreke, poderoso físicamente, buen pasador y muy agresivo e insistente en sus penetraciones a canasta (hasta 11.9 por partido, líder de la competición en este aspecto), será una bendición para Anthony dentro de este nuevo ecosistema. Pick&roll, pick&pop o la carga furibunda del rebote ofensivo se presentarán como opciones para que el freak físico con el 23 a la espalda castigue a sus rivales.

Evans lidera la carga. Fuente: nba.com

Esos 99.4 puntos anotados por noche y esos 10.7 puntos anotados en transición (23ºs de la NBA el curso pasado) están marcados en rojo dentro de la hoja de ruta de Gentry, como áreas críticas de mejora en un equipo fascinante, tanto como su joven líder. Y, si las lesiones respetan a la tropa (Holiday, Gordon y Anderson son ya sospechosos habituales), el carnaval, la cocina y su cultura musical podrían no ser los únicos motivos de orgullo de la ciudad de Nueva Orleans.




La amenaza fantasma

Un mercado pequeño, una ciudad escasa de atractivos vitales, un chico elegido con la elección Nº 27 del draft de 2013. 3 pilares poco halagüeños a priori a la hora de afrontar el hercúleo esfuerzo de una reconstrucción NBA. Las armas con las que contaban los Utah Jazz.

La brutal metamorfosis experimentada por la tropa de Quin Snyder pasado el All-Star es inexplicable si no echamos la vista atrás hasta la gran noche de los novatos de hace 2 años. Los Denver Nuggets esperaron a los últimos puestos de la 1ª ronda para seleccionar a un chico francés con 56 partidos de experiencia en Cholet, todo potencial físico pero muy verde para competir contra los mejores jugadores del planeta. Dennis Lindsey y su equipo vieron algo en el espigado chaval, y montaron un intercambio con el equipo de Colorado: Erick Green (elección Nº 46) y algo de efectivo por Gobert. Los Jazz tuvieron paciencia con su apuesta, que alternaba la D-League con la NBA mientras el dúo Kanter-Favors ocupaba la pintura. Pero llegó la salida del turco, y la defensa de la tropa de Snyder se disparó con el nuevo planning de cocción de Rudy.

De ser el hazmerreír de la liga antes de la cita de las estrellas (19 victorias - 34 derrotas), los Jazz pasaron a pesadilla para sus rivales superado el All-Star: 94.8 puntos recibidos por cada 100 posesiones desde el fin de semana estelar, 19 victorias por 10 derrotas, una diferencia de 6.9 puntos a favor de media en esos 29 partidos. Todo ello con Gobert y Favors causando pavor en la pintura. El gigante francés (11.1 puntos, 13.4 rebotes y 2.6 tapones, sus delirantes promedios sobrepasado el All-Star) acabó el curso dejando a sus rivales en un 40.4% de acierto en la zona, líder de toda la competición en este aspecto. Derrick se movió en un más que respetable 43.8%, mejorando en mucho el rendimiento de reputados especialistas defensivos como Marc Gasol, Tim Duncan o DeAndre Jordan. 

Espacio aéreo restringido. Fuente: usatoday.com

Pese a sus evidentes problemas ofensivos (que serán menos con la vuelta de Burks y del talentoso Rodney Hood, objetivo ambos de problemas físicos que limitaron mucho su participación), Utah se transformó en un equipo de élite en el tramo final del curso pasado. De élite en la Conferencia Oeste...

Aún con la terrible lesión de rodilla de Dante Exum, recurso importante dentro del fastuoso engranaje defensivo que el equipo llegó a proponer, todo lleva a sospechar que los Jazz serán aún más peligrosos a partir del próximo mes de octubre. La progresión de Gobert, el perfeccionamiento de su sociedad con Favors y la madurez de un Gordon Hayward que es el principal foco generador en ataque, tanto en el rol de ejecutor como en el de organizador, son razones para creer en los de Salt Lake City. 

El desastroso rendimiento como titular de un Trey Burke terrible en su selección de tiro (36.8% de acierto) y bochornoso en defensa (por físico es incapaz de defender a la enorme cantidad de point guards de talento que pueblan la NBA actual, y la actitud tampoco acompaña) podría incluso abrir una ventana a la esperanza para Raulzinho Neto, en su salto desde Murcia hacia la ciudad de los mormones. Aguardaremos acontecimientos.

Una amenaza fantasma comienza a interrumpir las horas de descanso de los entrenadores del Wild West. Los Jazz se han plantado en una fiesta a la que nadie les había invitado, dispuestos a amargar a todos los asistentes.



Se busca tirador


"El mundo se divide en dos categorías, Tuco: los que tienen el revólver cargado y los que cavan. Tú cavas."

El bueno, el feo y el malo (Sergio Leone, 1966).

No es ninguna novedad la fascinación que los Memphis Grizzlies provocan en un servidor. Equipo a contracorriente tanto estética como formalmente, cargando una y otra vez sobre su juego interior en plena era del small ball y del spacing, su carácter competitivo y dureza mental los ha convertido de unos años a esta parte en uno de los rivales más temidos en los playoffs de la Conferencia Oeste. Pero el Wild West es inclemente, y los de Tennessee necesitan un arma más para desafiar a los sheriffs de este lado del país.

La necesidad está muy clara: un especialista en el tiro exterior. La apuesta por el veterano Vince Carter no resultó, Courtney Lee no está preparado para asumir más lanzamientos (nunca fue un tirador en toda la extensión de la palabra) y Jeff Green puede abrir el campo y lanzar de 3 a rachas, pero con sospechosos índices de acierto (en playoffs sus porcentajes desde la larga distancia se desplomaron hasta un 22.2%). La fórmula de David Joerger (heredada de Hollins) funciona y emociona, pero siempre se detecta la falta de un plus a la hora de la verdad.

Tomemos como ejemplo la serie de segunda ronda de los últimos playoffs, ante unos Golden State Warriors que acabarían ganando el anillo de campeón. Mientras la fantástica defensa exterior del equipo pudo contener a los Splash Brothers (15 tiros de campo acertaría Curry entre el segundo y el tercer partido, de 40 intentados), el equipo se mantuvo arriba 2-1. Era el momento de gloria de Tony Allen, el líder espiritual de los Grizzlies. Con su extraordinaria actividad defensiva en la pista y su emocionante apoyo a sus compañeros fuera de ella, el tipo malo parecía dispuesto a adueñarse de la eliminatoria de Curry, el niño bonito de la NBA. The Grindfather nos dejó instantes para el recuerdo, como la interrupción (voluntaria o no) del baile de los baby-cheerleaders de los Warriors durante un descanso o su inspirador grito de guerra. "First-Team All-Defense!!!".

Bad boy, bad boy... Fuente: sfgate.com

Pero los cañoneros de la Bahía de Oackland resucitaron, y Steve Kerr focalizó su ataque a los Grizzlies precisamente sobre Allen. Los Warriors encogieron y se olvidaron de defender a Tony, para revolotear con virulencia en torno a Gasol y Randolph. Con sus dos gigantes agobiados y Conley renqueante, Joerger no encontró a ese tirador capaz de desbloquear el atasco ofensivo. Porque no lo tenía en nómina...

Durante la regular season, el equipo produjo 15.2 puntos por partido desde el triple, vigésimonovenos de la liga en este apartado. Ya en las series por el título, únicamente el 16.6% de lanzamientos de Memphis llegaron desde más allá de la línea de 3 puntos, con mucho el registro más bajo de las 16 escuadras participantes. Los criterios arbitrales cambian llegado el mes de abril, el listón de dureza sube, los espacios se contraen y los ataques sufren. Y es aquí donde los forajidos capaces de acertar en el centro de la diana desde más allá de 7.25 metros multiplican su relevancia, más aún dado el nivel de excelencia competitiva de la Conferencia Oeste actual.

La llegada de Matt Barnes no cambia el panorama, en la ciudad de Elvis sigue faltando un tirador al que recurrir para desbloquear partidos importantes. O más le valdrá a Joerger tener la pala a mano...



La estrella es Stevens

La conferencia este y su debilidad competitiva llevan años regalando oportunidades a equipos que no las merecerían al otro lado de la geografía NBA. Conjuntos con registros negativos de victorias - derrotas que acaban obteniendo billetes para competir en los playoffs, simplemente por ser menos malos que sus adversarios habituales. Y el fenómeno se repetirá de nuevo en el curso que nos ocupa.

En la astuta hoja de ruta diseñada por Danny Ainge desde los despachos, la palabra reconstrucción figuraba en la cabecera, recuadrada, subrayada y en mayúsculas. Competir hoy era algo secundario, acumular rondas de cara a los próximos drafts (5 en la 1ª de 2015, otras 4 en 2016) era la prioridad absoluta, pero existía un cabo suelto en el meticuloso plan del mítico ex-jugador de los Orgullosos Verdes: su excepcional entrenador de segundo año. Estudioso de las estadísticas avanzadas y apasionado del juego, Brad Stevens está sacando petróleo de un róster aún más debilitado tras la marcha de Jeff Green y Rajon Rondo.

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Stevens es el pilar de la reconstrucción. Fuente: espn.go.com

Capaz de meter a un centro como Butler (muy inferior en materia de reclutamiento deportivo a las grandes universidades americanas) en dos F4 de la NCAA, el coach de Indiana está replicando ese doble milagro en la liga de ligas. ¿Falta de talento ofensivo general y de tiradores en particular?: implantación de un sistema de ataque sencillo, basado en la circulación de balón y con 2-3 generadores de juego siempre en cancha. Con Thomas (antes de su lesión), Smart, Turner y Pressey (en los pocos minutos de que dispone), los Celtics promedian 24.3 asistencias por partido (4ºs de la NBA en esta faceta) y el 62.6% de sus canastas llegan desde el pase de un compañero. Todo ello a un ritmo alto (100.2 posesiones por noche, 5ºs de la NBA) y cuidando el balón (12.5% de pérdidas por jugada ofensiva, excelente registro).

Mención aparte merece la llegada de Isaiah Thomas desde los Phoenix Suns, que originó críticas varias desde numerosos foros especializados. En los 10 partidos que llegó a disputar antes de su lesión (y saliendo siempre desde el banquillo), el genial pointguard promedió 24.3 puntos (con un 45% de acierto en tiros de campo) y 5.3 pases letales. Con Thomas en cancha, los Celtics anotaban 109 puntos por cada 100 posesiones, para desplomarse hasta los 97 puntos sin él. El mago de Washington no puede defender a nadie, pero a la hora de crear y producir tantos (ya sea con su tiro exterior o mediante inverosímiles finalizaciones cerca del aro rival) es único.

Desnudados los remedos ofensivos, toca bucear en el desempeño del equipo a la hora de acorazar su canasta. La ausencia absoluta de protectores de aro es la gran rémora a la que ha tenido que enfrentarse Stevens en este campo: con 3.8 tapones por partido, Boston es el peor equipo de la competición. Sullinger, Olynyk, Zeller, Bass... Huelga decir que cada balón que los rivales logran filtrar en la zona céltica es una canasta prácticamente asegurada. Solución: apoyarse en su interesante línea exterior, para levantar un muro que evite las irrupciones en la pintura en la medida de lo posible (8 robos de balón de media).

Las bondades de Bradley como perro de presa son ya de sobra conocidas, y la llegada del novato Marcus Smart otorga al equipo una nueva dimensión en este campo. El último nº6 del draft no es capaz de aplastar físicamente a sus rivales en fase ofensiva (tónica general en la NCAA), y necesitará mejorar y mucho su manejo de balón y lectura de juego, pero en defensa es ya un factor. El entusiasmo de Jae Crowder (llegado desde Dallas en el traspaso de Rondo, ejemplo claro de jugador destinado al club 3-D en cuanto su trabajo en el tiro desde la larga distancia se lo permita) se ha añadido recientemente a la ecuación.

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Defense!!!! Fuente: concordmonitor.com

Resultado: los Celtics ocupan al cierre de estas líneas la octava plaza de la conferencia este, con 31 victorias y 39 derrotas. Hornets y Pacers están cerca, pero el mérito de haber llegado hasta aquí calará en una joven camada que identifica sin ambages el liderazgo de la tropa. Stevens es la estrella.




Alerta Juggernaut

Un equipo, llamado a dominar la segunda década del S XXI y que perdió tal privilegio ante la perseverancia y genialidad de los inmortales Spurs. Una pareja de superstrellas, trabajando en su convivencia y luchando contra las lesiones en los últimos tiempos. Un entrenador, lastrado por su limitadísimo libreto ofensivo. Tras aquella final de 2012, el mundo del baloncesto creía haber hallado en los Oklahoma City Thunder a los dueños del futuro inmediato de la competición. 3 años después, sus objetivos se sitúan en la carrera por el octavo puesto de la conferencia oeste.

Las lesiones de Durant y Westbrook lastraron desde el comienzo de curso a los Thunder, y ahora el esfuerzo sobrehumano del point guard es la gran baza del equipo para competir en el mes de abril. Brooks no engaña a nadie desde que se hizo cargo del timón de la tropa, y su desinterés por la búsqueda de riqueza en los sistemas de ataque sitúa a los Thunder como el 23er equipo NBA en asistencias por partido (20.7), y en penúltimo lugar en canastas provenientes del pase de un compañero. De poco han servido las llegadas de Kanter (que otorga a la escuadra un catálogo de movimientos de pies y juego de espaldas al aro que no tenían ni en Ibaka, ni en Adams, ni en Perkins), Augustin o Waiters: la ofensiva del equipo nace y muere en sus estrellas. En singular en estas fechas, ante la ausencia de Durant.

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Scottie se entrega a Russell. Fuente: espn.go.com

Los Thunder se mantienen en el octavo puesto mientras Westbrook aplasta rivales noche tras noche. 31.2 puntos, 9.1 rebotes y 10.3 asistencias como promedios en el mes de febrero, lo nunca visto en la liga desde el mítico Oscar Robertson. El base es un juggernaut imparable, un torrente de potencia y agresividad que necesita únicamente de un simple bloque directo en la cabeza de la bombilla para lanzarse como un poseso hacia la canasta rival. Ninguna jugada es intrascendente, cualquier momento es bueno para seguir reduciendo al enemigo a pulpa. Ya sea finalizando con mates brutales, canastas más adicional, o sacando el balón a compañeros solitarios (ante la premura de los rivales a la hora de abandonar sus asignaciones para tratar de cerrar los caminos hacia el aro), Russell no se detendrá hasta lograr sus objetivos. El tirador Anthony Morrow (51.7% de acierto en los triples durante el mes de febrero) está siendo uno de los grandes beneficiados de las aventuras constantes de Westbrook. Y si el rival castiga el rostro de nuestro protagonista, el monstruo regresará con la única novedad de una máscara protectora. Fuerza y fiereza se mantendrán en los mismos estándares.

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El rostro del terror. Fuente: redrockbasketball.com

Así transcurre el día a día en la franquicia de Oklahoma, entre proezas de su #0 (5 triples dobles en 6 partidos consecutivos disputados entre febrero y marzo), un Brooks entregado más que nunca a lo que tenga a bien hacer su impresionante acólito, y un excelente rendimiento defensivo coral. Aquí si merece mérito el coach de los Thunder: desde su llegada, el equipo ha ido creciendo año tras año a la hora de proteger su canasta, ligando dicha evolución al desarrollo y aprendizaje de Serge Ibaka. Los meses sin las 2 estrellas en pista mostraron al mundo lo que ya intuía: el congoleño no es capaz de llevar el peso ofensivo de un equipo. Pero, si hablamos de protección del aro, estamos ante un integrante de la élite absoluta de la NBA. 

La defensa de los Thunder es 6ª en porcentaje de tiros de campo de los rivales (47.4% provocado) y 10ª en eficiencia defensiva (100 puntos encajados por cada 100 posesiones), mientras Ibaka deja a sus adversarios en un 40.7% de acierto en la pintura. Para ponderar debidamente este último dato individual, Anthony Davis ofrece un 48% en esa misma estadística, por el 49.4% de DeAndre Jordan (al que Doc Rivers reclama como mejor defensor del año en cuanto tiene ocasión, criaturita...).

Bien haría la tropa de Brooks en no perder de vista a los Pelicans (que les pisan los talones y no muestran síntomas de rendición), para tratar de asegurar ese último billete para los playoffs y ofrecernos una brutal serie de 1ª ronda ante los Golden State Warriors de Steve Kerr. Todo dependerá de ese juggernaut que mantiene en estado de alerta al mundo del baloncesto.



3 son multitud.

El triple poste, que sentenciara el curso pasado a Cheeks, seguía siendo una pesada bola de acero que impedía a los Detroit Pistons abandonar el sótano competitivo de la NBA. Lo hemos tratado en repetidas ocasiones: con los 3 gigantes en el quinteto titular, el equipo era un chiste en ataque y en defensa. Pésima gestión de los espacios (tan necesarios tanto para la supervivencia de los jugadores exteriores como en la correcta ejecución del pick&roll), facilidades extraordinarias para las defensas rivales (a la hora de defender los tiros de larga distancia y a la de realizar ayudas defensivas en la pintura), uso delirante de un Josh Smith obligado a ejercer de alero y lastrado por su pésimas habilidades en el lanzamiento lejos del aro... los de Van Gundy eran el segundo peor ataque de la liga, superados únicamente por los Tanking Sixers.

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La distribución de tiros y acierto de Smith en los Pistons. Sobran las palabras... Fuente:nba.com

El nuevo entrenador traía en su hoja de ruta la intención de acabar con esa blasfemia baloncestística, de replicar en la medida de lo posible aquel engranaje que llevara a los Orlando Magic hasta las finales de 2009, y las buenas nuevas acerca de la recuperación del tirador Jodie Meeks adelantaron la toma de decisiones. Lograr un traspaso era misión imposible, tocaba emprender el camino más drástico. Temporada y media después de firmarle un contrato de 58 millones de dólares por 4 temporadas, los Pistons cortaban a Josh Smith. Tras el discurso edulcorado del nuevo coach (sin responsabilidad alguna en el fichaje del ala-pívot en su día, en el debe de Joe Dumars), deseando la mejor de las suertes al ya nuevo jugador de los Houston Rockets, se ocultaba el verdadero mensaje: obligado a ejercer como alero titular, Smith era muy dañino para el grupo, baloncestísticamente hablando.

Hoy los de la Mo-Town merodean los puestos de playoffs en una conferencia que siempre otorga vidas extras. 7 victorias consecutivas y derrota ajustada (106-103) en un partidazo ante los pujantes Atlanta Hawks, líderes de la conferencia. 107.25 puntos de media generados por su ataque en esos 8 duelos. Muchos minutos con un único gigante en la pista, el monstruo Drummond tiranizando los rebotes (alcanzando las 20 capturas hasta en 2 ocasiones), Jennings agradeciendo la racionalidad en la ocupación de la cancha para anotar e interpretar el bloqueo y continuación como nunca este curso, Jodie Meeks lanzando dagas letales desde el perímetro (1.7 triples convertidos por partido desde su vuelta a la canchas, con un 43.6% de acierto), Augustin renacido y cambiando el paso desde el banco...

La mayor señal de salud en el grupo se registró en la reciente y prestigiosa victoria ante los Dallas Mavericks de Rick Carlisle. Con la segunda unidad arrollando al cuadro tejano y Augustin en efervescencia (17 puntos anotados en ese último cuarto), Van Gundy se giró hacia el banquillo para dirigirse a sus titulares y preguntarles si querían volver a la pista, a falta de algo menos de 5 minutos para el final. La respuesta de Jennings, Drummond y cía es ya una de las grandes noticias de la semana: "hell no, this group is rocking!!".

Los Pistons han vuelto, confirmando de paso esa gran verdad atemporal. En la pintura, como en las relaciones amorosas, 3 son multitud.



Felicidad en la ciudad del motor. Fuente: nba.com



Halcones solidarios

Budenholzer lo tuvo claro desde su llegada a Atlanta: imbuido por la escuela Popovich, el objetivo sería trasladar a los Hawks esa filosofía de circulación de balón y búsqueda de las mejores posiciones de tiro que ha permitido a los San Antonio Spurs asombrar a la liga y combatir el paso del tiempo. Tras un primer curso de aprendizaje (8ºs de la conferencia este, con récord negativo pero alargando al máximo su serie de playoffs ante unos erráticos Pacers ), los halcones regresaban del descanso veraniego con los conceptos memorizados y los automatismos grabados a fuego.

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Budenholzer instruye a su joven playmaker. Fuente: kicker.de

104.6 puntos por cada 100 posesiones, 25.7 asistencias por partido (líderes de la NBA junto a los Golden State Warriors de Steve Kerr), todo el quinteto titular promediando dobles-dígitos en anotación, uso académico de la línea de 3 puntos (27.3% de puntos producidos desde la larga distancia). La maestría de la tropa de Budenholzer en el ataque en estático (la preferencia por el juego posicional es muy acusada, únicamente anotan 10.6 puntos por partido en transición) les ha llevado en volandas hasta la cima del este, con un registro de 22 victorias y 8 derrotas. Por el camino han quedado exhibiciones brutales como ese 127-98 endosado a los Cavaliers, además de prestigiosas victorias frente a Bulls, Rockets y Clippers.

Monitorización extrema en el reparto de minutos (la rotación incluye a 10 jugadores en más de 14 de media, con los 33.5 de Millsap como tope), excelencia de Teague al timón, dos grandes pasadores interiores (6 pases letales por noche reparten entre Millsap y Hortford), la pujanza del chaval Schroder para liderar la segunda unidad y un peligroso francotirador, con el rifle de precisión siempre preparado para la acción...

49.2%, 51.5% y 93.8%. En esos históricos niveles de acierto en tiros de campo, triples y tiros libres se está moviendo Kyle Korver, a la hora de generar 12.8 puntos por partido. El Korver 2014/15 interviene más en el juego, lejos de quedarse quieto aguardando su oportunidad (en lo que era la tónica general de su carrera). Mantiene su aportación reboteadora, pero ahora busca sus tiros y es parte integral de la circulación de balón del equipo (3.1 asistencias de media). Coach Bud quiere a todos los reclutas involucrados en el flujo del juego.

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Tirador letal. Fuente: nba.com

Añadamos a ese fenomenal ataque coral un engranaje defensivo letal e igualmente solidario (99.9 puntos encajados por cada 100 posesiones, 7º equipo de la NBA en el ranking de eficiencia defensiva) y obtendremos una bandada de halcones que causan estragos por todo el país. La cetrería es ya una actividad de riesgo en la NBA.



Fear The Deer


Son unas de las grandes historias de este inicio de campaña en el Este, los Milwaukee Bucks de Jason Kidd marchan en el cuarto lugar de su conferencia con un inesperado registro de 9 victorias y 7 derrotas. No hay que remontarse mucho en el tiempo para encontrar al equipo de Wisconsin con el peor récord de TODA la NBA durante el pasado curso. 15 triunfos por 67 fracasos, superando en ineptitud a los míticos Tanking Sixers.

La espantada del que fuera legendario base de la liga, que huyó de Brooklyn de malas formas al no ver satisfechas sus demandas de más poder y salario, convirtió a estos Bucks 14/15 en un equipo aún más interesante de monitorizar. Kidd deslizó durante el training camp el rumor de una utilización masiva de Antetokounmpo en el puesto de point guard, asunto que acabó cayendo por su propio peso, como era sencillo anticipar por otra parte. El joven jugador griego carece del talento (en esta fase temprana de su desarrollo) y de los automatismos necesarios para llevar el timón de un grupo NBA en la pista. Difícil descrifrar si Kidd llegó a ir en serio en algún momento en este punto.


"The Greek Freak", joya física por pulir ténicamente. Fuente: nba.com

Situémonos en el contexto de la conferencia este. Al nivel de competitividad que impera en este extremo del país (entre comillas, dada la extraña distribución geográfica del mapa NBA), un equipo que destaque en uno de los lados de la cancha tendrá camino abonado hacia los 8 primeros puestos. Y los Bucks tienen clara la hoja de ruta: una defensa de fervor desmedido, cerrando a cal y canto su aro al rival de turno.

A día de hoy Milwaukee es el 6º mejor equipo de la NBA en el ranking de eficiencia defensiva (98.7 puntos encajados por cada 100 posesiones, mejorando de forma brutal los 107.9 de la 13/14). Sanders parece recuperado para la causa, tras un año perdido entre lesiones y trifulcas en los bares. Además, la especial tipología de jugadores que pueblan el róster (gente longuilínea, de envergadura irreal, agilidad y dinamismo) permite al grupo poner en práctica una defensa muy agresiva sobre las líneas de pase del rival (9.6 robos de balón por partido, 2º mejor registro de la liga). Los largos brazos de Giannis o Henson acaban convertidos en un problema irresoluble para los atacantes forasteros. Por si fuera poco, el reparto de minutos diseñado por Kidd permite que la intensidad no decaiga en ningún momento. 11 jugadores de Milwaukee se sitúan entre los 17 y los 33 minutos por partido en cancha, y otros 2 juegan más de 10. Baterías siempre cargadas.

Pero no es oro todo lo que reluce. Como contrapunto al excelso rendimiento del equipo en defensa emerge un ataque muy mejorable. Milwaukee es el 27º grupo de la NBA en eficiencia ofensiva, con sólo Detroit, Oklahoma y Philly en registros inferiores. Esos 97.2 puntos anotados por cada 100 posesiones son resultado de los problemas de una plantilla que no anda sobrada de grandes cañoneros o de jugadores capaces de generar canastas por sí mismos. El rookie Jabari Parker sigue inmerso en un proceso de adaptación al profesionalismo más complejo de lo anticipado. Ilyasova, el errático Bayless y Knight son otros de los que están capacitados para sacar al equipo de atolladeros en ataque, sin demasiados alardes. Y tenemos a un O.J Mayo renacido, en un estado de forma a años del luz del de aquel tipo que se presentó pasadísimo de peso a la pretemporada de 2013 y que seguramente sea el jugador con más talento atacante de la tropa, además de un arma muy efectiva en situaciones de catch&shoot. Con todo, recursos pobres los de estos Bucks en fase ofensiva.

El trabajo de Kidd con Brandon Knight es otro aspecto que llama poderosamente la atención. El playmaker nacido en Florida ha sido siempre un 1 de mentalidad ofensiva, poco centrado en aspectos de organización del juego. Tener como mentor a uno de los más grandes armadores de juego de todos los tiempos ha ejercido un efecto muy positivo en Knight, que viene manteniendo sus guarismos de puntos por partido (18) y además busca más y mejor a sus compañeros (6.2 asistencias de media, superando en mucho las 4.9 que figuraban como su mejor marca). Las excesivas pérdidas de balón siguen siendo un evidente área de mejora.

Siguendo estas líneas maestras, los ciervos de Wisconsin embisten a la flor y nata del Este mientras reclaman los focos del baloncesto mundial. Fear the deer!!!!

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En Wisconsin lo tienen claro. Fuente: bleacherreport.net



Derrotando al tiempo

El tiempo, ese todopoderoso igualador que no discrimina entre opulentos y humildes, ambiciosos y conformistas, vanidosos y modestos. El ser humano ha tratado de derrotar su inmutabilidad a lo largo de la historia, buscando paliar sus efectos y, en algunos casos, trascenderlos mediante logros dignos de perdurar en la memoria colectiva. 

Las hojas de los árboles caen al mismo tiempo que las del calendario, los años pasan y vamos madurando dentro de nuestro transitar vital. Y esa madurez nos empuja a valorar maravillas que antes pasaban desapercibidas ante nuestros ojos, maravillas como los San Antonio Spurs de Greg Popovich.

Maestro de maestros. Fuente: nba.com

15 temporadas consecutivas alcanzando las 50 victorias en regular season, 17 con récords superiores al 60% de victorias. De aquel equipo rocoso, áspero, volcado en un poderoso juego interior (Duncan & Robinson) y que manejaba con soltura marcadores bajos en pos del primer anillo de la organización, a la obra de ingeniería ofensiva del nuevo siglo: la evolución de los Spurs es la del baloncesto NBA. 

El juego agresivo con acento defensivo de la década de los 90 fue dando paso a uno más alegre, con marcadores generosos y en el que los jugadores de ataque viven sobreprotegidos, gracias a unos cambios en el reglamento que buscan mejorar el espectáculo. En estas casi dos décadas, la sagacidad de Popovich (tanto en el draft como en el mercado) y su modernización táctica continua han convertido a la franquicia tejana en un rara-avis dentro del complejo mundo del deporte estadounidense, en el que mantener ciclos positivos tan longevos es poco menos que una quimera. 14 años después de aquella final de 1999 ante los sorprendentes Knicks de Jeff Van Gundy, San Antonio volvió contra pronóstico a la batalla por el anillo el curso pasado, para acabar cayendo en el 7º partido de unas memorables series contra los Miami Heat de Lebron James: el monstruo que marca el futuro de nuestro juego.

Guerra en la pista: titular altamente descriptivo para aquellos playoffs del primer lock-out. Fuente: sportsillustrated.com

De nuevo la misma cantinela: última oportunidad perdida, los años no pasan en balde... y de nuevo los Spurs manteniendo la hoja de ruta, rompiendo pronósticos y asombrando al mundo del baloncesto. Circulación de balón perfecta en ataque, siempre en busca del compañero mejor situado (25.3 asistencias de media, líderes de la NBA). 6 jugadores en dobles-dígitos de anotación por partido, 9 si fijamos el listón en los 8 puntos por noche. Ningún elemento superando los 30 minutos de juego. Esa apuesta por la colectividad convierte a San Antonio en una hidra de incontables cabezas, una pesadilla para la defensa rival, sin focos claros sobre los que centrar sus esfuerzos (más allá del de un imperial Parker). Las dobles defensas acabarán en opciones para el jugador liberado, como efecto del flujo natural y automático de la circulación de pelota. 107.6 puntos por cada 100 posesiones, 4º ataque más efectivo de la liga. 49% de acierto en tiros de campo, 40% desde la línea de tres (mejor equipo de la competición). Un organismo de robustez tal que ni siquiera los descansos programados para los tótems veteranos afectan al récord de victorias - derrotas. Si Duncan, Parker o Ginobili descansan, Mills, Belinelli o Leonard darán continuidad a la excelencia.

 Manu, Duncan y Parker: Big Three eterno. Fuente: espn.go.com

Pero no todo en baloncesto es agredir el aro rival. Los Spurs también bailan con coordinación perfecta a la hora de proteger el suyo. 99 puntos encajados por cada 100 posesiones, 3ª defensa más eficiente de la NBA. 5.2 tapones por noche (aquí el factor intimidador de Duncan pesa una enormidad) y los rivales limitados a un 44.2% de acierto en sus tiros de campo, además del placer de ver crecer día a día a Kawhi Leonard, uno de los defensores más completos del baloncesto actual.

Que la necesidad de romper rutinas y saborear sensaciones nuevas no nuble su juicio: ver jugar a los Spurs de Popovich sigue siendo uno de los mayores espectáculos del deporte actual. Como siempre. Como nunca.



Los Osos han vuelto

27 victorias y 10 derrotas en 2014, 23-8 desde la vuelta a las canchas de Marc Gasol (15.5 puntos, 7.6 rebotes, 4.4 asistencias y 2.2 tapones por noche, sus promedios del mes de marzo). Los Memphis Grizzlies han vuelto, y suponen una amenaza plausible para las grandes potencias de la conferencia oeste, ubicados como están a caballo entre la 7ª y la 8ª plaza. Visitar la ciudad de Elvis en abril será como un examen de próstata para Spurs o Thunder: incomodidad supina.

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Big Marc is back. Fuente: nba.com

Joerger llegó al puesto de entrenador jefe con propuestas de cambios diversos en su libreta, pero la realidad y el sentido común han ido disipando sus elevadas ambiciones iniciales. Los Grizzlies han vuelto a ese estilo áspero, lento y duro, que tanto dificulta las cosas a sus rivales y tan orgullosa hace sentir a la parroquia del Fed-Ex Forum. Los guarismos defensivos del equipo retornan poco a poco a los estándares habituales: 2ºs en asistencias efectuadas por los rivales (únicamente 19.6 por noche, fruto de sus excelentes defensores exteriores), 3ºs en puntos encajados (94.4), 8ºs en eficiencia defensiva (100.8 puntos por cada 100 posesiones), 6ºs en acierto de los rivales (47.9%), 6ºs en puntos encajados desde el tiro libre (cometen bastantes faltas, pero con inteligencia)... la solidez atrás es la razón de ser de estos Grizzlies, su arma para competir al más alto nivel. Bien lo sabe The Grindfather...

En ataque Courtney Lee y un Mike Miller resucitado en las últimas semanas (48.6% de acierto en triples en febrero, 57.9% en marzo) vienen aportando la regularidad en el tiro exterior que la tropa necesitaba como el respirar, y que Bayless alcanzaba únicamente a rachas muy espaciadas. Calathes se ha estabilizado como un backup fiable en la posición de base y James Johnson ayuda y mucho, a caballo entre los puestos de 3 y 4. El resto se mantiene inmutable: Conley va recuperando el excelente nivel previo a su lesión y la pareja Randolph-Gasol es una pesadilla de fundamentos y compenetración en la pintura. El equipo viene elevando su rendimiento en la guarida de Tennessee, sin abandonar esa peligrosidad extrema fuera de casa que ha mantenido durante todo el curso (19 victorias por 13 derrotas en la carretera). 

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Defense!!! Fuente: o.canada.com

Los avisos se suceden en los 3 primeros meses del año, coincidiendo con la vuelta a la senda de temporadas pasadas: 2 victorias ante Houston (en 2 partidos), 2 victorias ante Portland (en otros 2 partidos) y una ante los Clippers (en su único enfrentamiento de 2014), con el lunar de las 2 derrotas ante los Thunder de Westbrook y Durant. 

El Grit & Grind está de vuelta, los Osos afilan sus garras: el sufrimiento aguarda a los favoritos a la vuelta de una esquina de Bale Street.


Pesadilla en la cocina (Parte II)

Hablábamos hace unas semanas en esta misma sección de los Indiana Pacers, loando su magnífico entramado defensivo y su capacidad para sellar la zona ante los ataques rivales. Hoy repetimos título para referirnos a una escuadra en las antípodas de la de Frank Vogel, los Minnesota Timberwolves de Rick Adelman. Parece que tampoco llegará este año el regreso a los playoffs de la joven escuadra liderada por Kevin Love, y en la pintura hallaremos una de las causas de ello.

El debut de Love en postemporada tendrá que esperar. Fuente: bleacherreport.net

"Can´t play D". Con estas declaraciones despachaba Tyson Chandler (compañero del "agredido" en el Team USA) la pregunta acerca de las flaquezas de Kevin Love, en el descanso del último Knicks - Wolves. La ética de trabajo del ala-pívot californiano ha sorprendido a propios y extraños desde su llegada a la liga en 2008: esa brutal capacidad reboteadora siempre estuvo ahí, pero su rango ofensivo ha ido creciendo con el tiempo y las horas en el gimnasio, así como su capacidad para encontrar al compañero mejor situado cuando se antoja necesario. Los 26.5 puntos, 13.1 rebotes y 4.2 asistencias por partido que firma el #42 de los Timberwolves le sitúan en la élite absoluta, pero no acaban de transformar a su escuadra en un conjunto sólido y realmente competitivo. A los terribles problemas de los de Adelman a la hora de remontar partidos (su porcentaje de victorias cuando llegan al último cuarto en desventaja no alcanza el 20%, dato devastador) se une una lamentable defensa de su propia pintura, lo cual nos devuelve a la sentencia con la que abríamos el párrafo. Todo el mundo en la liga sabe por dónde hacer daño a Love y a su camada.

La pareja interior de Minnesota destila talento ofensivo por todos sus poros, y es perfectamente complementaria. A la versatilidad de Kevin se suma la brutal efectividad de Pekovic a la orilla del aro, con un catálogo de movimientos y un dominio de ambas manos que le convierten en arma imparable cerca de la canasta. Pero defensivamente el dúo hace aguas: 44.9 puntos por partido encajados en la pintura, el 5º peor registro de toda la liga. 3.5 tapones colocados por noche, el peor equipo de la NBA en esta faceta. Los rivales buscan llegar una y otra vez hasta un aro carente de protectores, y sobreexplotan dicho recurso en los parciales finales de los partidos (Minnesota encaja 25.9 puntos de media en el último cuarto, 4º peor guarismo de la competición). Con estas lacras en la mochila, alcanzar los playoffs en la durísima conferencia oeste se convierte en poco menos que una quimera. 

La pintura de Minny, un chollo para los rivales. Fuente: nydailynews.com

Cierto es que las prestaciones físicas de Love le alejan de los interiores más atléticos de la NBA, pero un (cierto) avance en materia defensiva se antoja prioritario en su juego, y para ello deberá sacar el chándal del armario, coger las llaves del gimnasio y desempolvar su ética de trabajo. O la pesadilla en la cocina de los Wolves seguirá alejándolos de sus objetivos.

 


Pesadilla en la cocina

"Even if the sky is falling down, I know that we´ll be safe and sound".

Los Pacers están confirmando las señales que lanzaron hace un par de años ante los Miami Heat en playoffs, y que consolidaron el curso pasado en una apoteósica final de conferencia frente al mismo rival: son candidatos más que legítimos al título, siempre desde su defensa. Se sienten seguros.

La evolución de las estadísticas avanzadas y su inclusión definitiva en la gestión deportiva de las franquicias (ahí está el caso del dúo Hollinger-Joerger en los Grizzlies) viene consolidando dos pilares básicos a la hora de construir sistemas ofensivos lo más eficientes posibles. El tiro desde la media distancia es un recurso prescindible, los ataques de verdadero impacto alternan opciones próximas al aro con lanzamientos desde la línea de 3 puntos. Ahí tenemos casos como el de los New York Knicks (récord de triples anotados por un equipo en la historia de la liga, 891), Stephen Curry (jugador con más triples anotados en una temporada, 272 el pasado curso) y el de los Houston Rockets de Kevin McHale.

La defensa de autor ideada por Frank Vogel convirtió a los Pacers en el segundo equipo de la NBA 12/13 que menos puntos por partido encajó (90.9, sólo por detrás de Memphis) y en el mejor a la hora de dificultar el acierto en el tiro de los rivales, tanto globalmente (un pírrico 42%) como desde la línea de 3 (dramático 32.7%). Y la temporada 2013/2014 está demostrando que el acorazado del Medio Oeste no había llegado a su límite a la hora de proteger la canasta, por sorprendente que parezca.

Consumido más del 60% del curso, Indiana ha bajado aún más el porcentaje de efectividad de sus rivales (41.2% en tiros de campo, devastador 39.4% en los partidos disputados en el Bankers Life Fieldhouse), es el equipo que menos asistencias permite a sus adversarios (únicamente 17.8 por noche, bloqueando sus sistemas de ataque gracias a la agresividad de su defensa perimetral) y el que menos puntos encaja en la pintura de toda la liga (34.9, mejorando de nuevo los guarismos de la temporada pasada). Entrar hasta la cocina de los Pacers es una verdadera pesadilla.

Tan mastodóntico esfuerzo es evidentemente fruto del trabajo colectivo, de la coordinación perfecta en un grupo con varios jugadores diferenciales cuando de bajar el culo atrás se trata. Pero hoy vamos a centrarnos precisamente en el mastodonte del equipo, en el gólem que patrulla la zona de Indianápolis. 

Uno para todos y todos para uno: la generosidad defensiva de los Pacers. Fuente: miamiherald.com

Roy Hibbert es el gran favorito si hablamos del premio al Jugador Defensivo del Año. El equipo cada vez le necesita con menos regularidad en fase ofensiva (con George y Stephenson mejorando día a día, sobre todo el primero), así que el jamaicano puede centrarse en la que es su mayor fortaleza. Los adversarios de Indy encuentran noche tras noche en la pintura a un monstruo inabordable en la defensa uno contra uno y eficaz en las ayudas. 2.5 gorros por duelo, multitud de tiros alterados y la oportunidad para el resto del equipo de aumentar su presión sobre la línea exterior del rival, abrigados por el gigante ubicado a sus espaldas. Incidencia brutal pues en los dos focos fundamentales de los sistemas de ataque modernos.

Anthony detenido por el controlador aéreo de Indiana. Fuente: thacover2.com

A sus 27 años (5 temporadas de experiencia en la liga), Hibbert ha pulido también su inteligencia en pista. El problema del exceso de faltas cometidas sigue estando ahí (es un factor inherente a su juego), pero se va atenuando lentamente. Y, en unas hipotéticas finales de conferencia ante las huestes de King James, su importancia ofensiva se disparará de nuevo, con Bosh y cía impotentes a la hora de frenar a la mole de 120 kilos en su cocina. 

La nueva fiebre amarilla y su gigante, amenaza real para el trono de Lebron.


Milagro en Arizona

Entrenador novato, róster de discutible nivel general y directiva preparada para sacar los tanques (y aprovechar así su excelente labor en los despachos, con 3 elecciones de 1ª ronda de cara a este verano además de la propia): los pronósticos para estos Phoenix Suns 2013/2014 no se presentaban nada halagüeños. Afortunadamente, no todo en la vida acaba siendo lo que parece, nuestra existencia sería extremadamente aburrida en tal caso...

Jeff Hornacek y su equipo son la mayor sorpresa del curso, una tropa con el ataque por bandera que esconde mucho trabajo entre bambalinas. El que fuera tirador en aquellos inolvidables Utah Jazz de las 2 finales ha apostado por un modelo con la efectividad en campo rival como mantra. Con un ritmo de juego lo más alto posible (99.4 posesiones por partido, lastrados por cierta debilidad reboteadora y algo lejos de las 104.8 de Philadelphia) y letal en sus aceleraciones (líderes de la NBA en producción en transición), los Suns anotan 104.9 puntos por noche (entre la élite de la liga, muy cerca de la 3ª plaza) siendo octavos en eficiencia ofensiva (al nivel de Rockets, Thunder o Spurs). Sus 3 puntales (Dragic, el lesionado Bledsoe y Green) firman máximos de carrera en puntos por partido, y el nivel de aprovechamiento de las piezas de banquillo (los gemelos Morris se sitúan en torno a los 10 puntos de media por cabeza, y la segunda unidad al completo es la 6ª que más produce en ataque de toda la liga) impresiona. Pese a obstáculos tan brutales como el traspaso inicial de Gortat o la lesión del citado Eric Bledsoe, Phoenix ocupa a día de hoy posición de playoffs en la durísima conferencia oeste. 

El Jeff de traje y corbata asombra en su debut. Fuente: nba.com

Los periodistas especializados presentes en los entrenamientos del equipo hablaban de interrupciones constantes por parte de Hornacek durante el training camp, en busca de la fluidez y la generación y optimización de los espacios, siendo el poderío en las penetraciones de sus bases una de las mayores fortalezas del grupo. Jeff ha querido desde el inicio grabar su idea baloncestística en el tuétano de un equipo joven y ávido de aprender, una idea en consonancia con las tendencias actuales. En esta NBA de las estadísticas avanzadas, el tiro de media distancia se ha catalogado como ineficaz, y Hornacek ha reinventado la distribución en los lanzamientos de un equipo que abusaba de esa suerte la temporada pasada. Los Suns tratan de atacar el aro (todo lo posible sin referencias interiores de nivel) y lanzan mucho de 3 (muchísimo desde las esquinas), pero no reniegan absolutamente de la media distancia, alegando que dicho recurso multiplica exponencialmente su importancia en los playoffs, con los equipos blindando a palos sus pinturas y defendiendo con fanatismo la línea de 3 puntos. Y su Offensive Efficiency Rating es casi calcado al de los Houston Rockets, incluyendo obras maestras como los 124 puntos endosados a la mejor defensa de la liga, la de unos Indiana Pacers que han sucumbido las 2 veces que se cruzaron con los salteadores del desierto. Por si fuera poco, el acorazado de Frank Vogel es sólo uno más en la lista de prestigiosos cadáveres, que incluye también a Blazers (otras 2 veces), Clippers, Rockets, Warriors (de nuevo en 2 ocasiones) o Mavericks.  

Junto a la figura del entrenador novato sobresale la del general de campo, un Goran Dragic que bien hubiera merecido plaza en el All Star de Nueva Orleans, pese a la tremenda acumulación de talento en su posición. El esloveno se ha echado definitivamente el equipo a la espalda, una vez que las bajas hicieron saltar por los aires el plan inicial de los 2 point guards, y promedia 20.3 puntos (fantásticos 51% en tiros de campo y 41% en triples) y 6.2 asistencias. En el mes de enero sus guarismos anotadores aumentaron a 22.3 puntos, en febrero se disparan a 24.2 (5 partidos). Los conjuntos rivales no encuentran respuesta a la combinación de fulgurantes penetraciones y letales lanzamientos exteriores del Dragón.

Goran, letal penetrando hacia el aro. Fuente: zimbio.com

Un róster de bajísimo nivel defensivo (hasta aquí no llega la varita mágica del coach: cerca de 102 puntos encajados por partido) con un 60% de victorias en pleno Wild West; un ataque que domina pese a situarse a la cola en asistencias facilitadas por encuentro; desheredados como Gerald Green haciendo temblar aros a lo largo y ancho del país... El milagro de Arizona asombra al mundo del baloncesto.

Green desafía las leyes de la física. Fuente: fansided.com



Gigantes y cabezudos en la Motown

Con la fórmula del small ball imperando a sus anchas en la NBA (devuelta a la actualidad por éxitos recientes de los Miami Heat, como si todo el mundo contara con un Lebron James en sus vidas...), existe un equipo en este curso 2013/2014 que, forzado por la desequilibrada composición de su roster, juega a lo que podríamos llamar big ball. A ratos estridentes, a ratos sorprendentes, a ratos dominadores, casi siempre inefectivos: los Detroit Pistons de Mo Cheeks son una rareza que merece ser objeto de reflexiones profundas.

La franquicia de Michigan firmó a Josh Smith el pasado verano un contratazo de 54 millones de dólares por 4 años, y en nómina se hallaban ya Greg Monroe y el pujante sophomore Andre Drummond. A coach Cheeks se le presentaba un dilema que solucionó con la alternativa fácil: juntar a los 3 big fellas en el quinteto, acumulando todos ellos mucho tiempo de juego. Y ese esquema táctico presenta ciertas ventajas e inconvenientes...

Joe enseñó la pasta a Josh. Fuente: nba.com

La primera fortaleza que a cualquiera le vendría a la cabeza es la del poderío reboteador: con 3 grandes en cancha (y siendo uno de ellos una bestia desatada bajo los tableros como el joven Drummond) los Pistons deberían dominar este importante apartado del juego. Pues bien, el axioma se cumple, aunque no al nivel esperado.

Detroit es a día de hoy (9 de enero) el décimo equipo en la estadística de rebotes totales por partido (44.6), superado por varias escuadras abonadas a la fórmula habitual de dos hombres altos (Houston, Portland, Oklahoma Chicago, Golden State, Cleveland, Denver, Minnesota) e incluso por unos Sixers que ponen en juego una liviana dupla interior (con Young y Spencer Hawes). Buen rendimiento, pero lejos del top 5 de la liga. 

Otro aspecto en el que cabría esperar un destacado nivel es el del arte de los pinchos de merluza. Aquí el nulo impacto intimidatorio de Monroe lastra y mucho la labor, calcando los guarismos del apartado anterior: 9 equipos de la NBA taponan más que los Pistons. El impacto positivo de la jugada queda en entredicho por tanto, vayamos ahora con los problemas que la convivencia artificial genera.

Uno de los 3 gólems tenía que ocupar el puesto de 3, y objetivamente el elegido debía ser Josh Smith. Siendo el más dotado técnicamente tanto para manejar el balón lejos del aro como para defender a los aleros rivales (gracias a un desplazamiento lateral y un dinamismo muy destacados para su altura, y a su habilidad para robar balones), el ex de los Hawks quedaba pues como el "exterior" del terceto, y ello ha acabado por lastrar aún más el juego de Smith, ya de por si altamente ineficiente cuando se manejaba en su puesto natural de power-forward.

Josh se está tirando casi 4 triples por partido, con un pésimo porcentaje de acierto del 24.8% (los Pistons son el peor equipo desde esa distancia de toda la liga, tanto en el nº de aciertos como en el porcentaje de los mismos: sus compañeros tampoco ayudan). Es de suponer que el propio entrenador ordenará al jugador lanzar desde el downtown por dos razones: la primera por una simple cuestión de creación de espacios, vital dentro de nuestro deporte. Un apelotonamiento excesivo en la zona facilitaría mucho el trabajo de la defensa rival, así que el alero debe abrirse para espaciar la cancha. La segunda viene relacionada con un concepto que podría parecer un galimatías a primera vista: la eficiencia dentro de la ineficiencia. Smith es un lamentable tirador desde la media distancia, así que alejarle un metro más del aro no bajará críticamente su acierto, pero añadirá un punto más a cada bola que logre embocar. Lo comido por lo servido.

Smith for three!!!!... No!!. Fuente: nba.com

El gran perjudicado del invento es pues el nativo de Georgia, que viene firmando los peores guarismos a nivel de acierto combinado de toda su carrera, pero Cheeks no parece tentado a experimentar con algún tipo de ajuste en el plan de vuelo. El más lógico sería mover a Smith a la posición de sexto hombre, pero aquí el díscolo carácter del personaje en cuestión (se rumorea que hace escasas fechas tuvo un roce con su entrenador por tardar éste algo más de la cuenta en sacarle a la cancha durante el tercer cuarto de un partido) no ayuda en absoluto. Y así camina la tropa, con un discreto récord de 14 victorias y 22 derrotas que les mantiene en la lucha por los playoffs dentro de la vergonzosa conferencia este. Gigantes y cabezudos en la Motown...




Ellis la "Monta" en Texas

Un halo de crítica ha acompañado la carrera de Monta Ellis desde que ingresara en la liga en 2005, justificada pero excesivamente cruel con el personaje. Con físico de base y alma de cañonero, una selección erigida en torno al mantra de "el único tiro malo es el que no se tira" y bajísimo nivel defensivo, los Golden State Warriors en los que desarrolló los primeros 6 años y medio de su carrera tampoco le beneficiaron en absoluto. Rosters de nivel muy discutible (desde la desintegración de aquellos Locos de la Bahía con Baron Davis, Stephen Jackson y Don Nelson), lejos de los playoffs y con Monta asumiendo malos lanzamientos a mansalva, entre la necesidad y el gusto. Su paso por Milwaukee tampoco contribuyó a alejarle del arqueotipo de jugador ineficiente, formando parte de un backcourt excesivo en el que él y Jennings acumulaban espantosos gráficos de tiro día sí, día también.

Llegó la mudanza a Dallas, un equipo en plena reconfiguración para volver a ser competitivo en el oeste. Los agentes libre más flamantes desoyeron los cantos de sirena de Mark Cuban, así que la afición tejana tuvo que conformarse con la llegada de Calderón y de Ellis para potenciar el juego exterior. Dudas con respeto a José debido a lo cuantioso de su contrato, dudas con respecto a Monta en todos los aspectos.

Monta y José posan en el Media Day de los Mavs. Fuente: dfw.com

Agotado ya el primer mes de competición Dallas presenta un bagaje de 12 victorias y 8 derrotas francamente interesante para un equipo en formación, y Monta Ellis es una de las sensaciones de la liga. Rodeado de mejores jugadores, los porcentajes de acierto del escolta se mueven en niveles muy altos (47.1% en tiros de campo, 36% en triples), pero lo más importante es que se ha convertido en el motor del ataque de los Mavs. No conviene hacer más caso del que merece al vergonzante medio oficial de la NBA en España (la gran M), cuando una y otra vez loa el buen hacer de Calde moviendo al equipo de Carlisle. La realidad es que el base español desempeña cada vez más labores off the ball en la mitad de pista del rival, cediendo a Ellis la creación de oportunidades ofensivas. 

Monta es el décimo jugador que más veces entra en contacto con el balón en ataque por partido (65.1)... DE TODA LA COMPETICIÓN. Supera a Calderón tanto aquí como en las asistencias repartidas por duelo (5.8, sin olvidar sus problemas con las pérdidas de balón) y ha respondido con contundencia a las dudas acerca de su compatibilidad con Dirk Nowitzki. Ellis es un consumado penetrador (segundo jugador de la liga con más incursiones por partido en la zona rival, tras Ty Lawson, y primero en puntos por partido anotados desde esta vía: 7.7), lo cual le convierte en un socio privilegiado para Dirk en jugadas de pick & pop. El nativo de Mississippi emprenderá siempre el camino hacia la canasta rival, mientras el bombardero germano se abre para ejecutar esos lanzamientos de media/larga distancia que suele convertir con los ojos cerrados. BANG.

Ellis y Dirk: generadores de desajustes. Fuente: bleacherteport.net

No todo es de color de rosa en la nueva vida de Monta: defensivamente sigue siendo un desastre (salvo en su facilidad para robar/hacerse con balones sin dueño) y se mantiene por encima de las 3 perdidas de bola por partido, pero es de recibo reconocer la importancia decisiva del jugador en el buen funcionamiento del grupo, con cierto tono reivindicativo.

El sombrero y las espuelas tejanas le sientan bien al amigo Ellis.



Problemas en Dinerolandia

4 victorias y 11 derrotas, 2 triunfos en los últimos 10 partidos. Sólo los Milwaukee Bucks y sus vecinos del Madison Square Garden transitan por debajo de los Brooklyn Nets en la conferencia este, consumida ya cerca del 20% de la regular season. Prokhorov abrió la caja de caudales para construir una plantilla de brillo cegador, llamada a competir con los mejores desde ya, pero no es oro todo lo que reluce. Los ricos también lloran.

La acumulación imparable de derrotas ha arrojado a la palestra un problema latente, que todos sabíamos que surgiría a poco que las cosas fueran mal. Jason Kidd es una leyenda de la liga y de la franquicia (con su #5 retirado recientemente), pero no deja de ser un coach novato que colgó las zapas para enfundarse de inmediato el traje, y debe ganarse el respeto en su nueva etapa profesional. Que Paul Pierce (37.6% en tiros de campo, 28.3% en tiros de 3) critique abiertamente la rotación de su entrenador no parece de recibo, viendo su lamentable momento de forma, pero es verdad que estos Nets presentan preocupantes síntomas que van más allá de los problemas físicos recurrentes de Deron Williams (y los últimos de Brook Lopez o Kirilenko), sobre todo en el lado defensivo.

Ver jugar a la tropa de Kidd es presenciar un festival de vicios defensivos sin parangón, 48 minutos ideales para montar un vídeo con el que ilustrar a profesionales y amateurs acerca de lo que no hay que hacer a la hora de bajar el culo atrás. De hecho, sólo con el primer cuarto del partido ante los Lakers en el Barclays Center habría material más que suficiente.

Blake y Henry atienden a las explicaciones del cuerpo técnico de los Nets: delirante. Fuente: espn.go.com

Los chicos de Jason Kidd han decidido no defender las puertas atrás, y ver a los rivales de turno castigarles una y otra vez desde esta argucia del juego llega a ser desternillante para el espectador. La secuencia se repite una y otra vez: mala defensa de la espalda, tiempo muerto para corregir desajustes y nueva mala defensa de la espalda. Impropio de un equipo profesional, mucho menos de uno ideado para luchar por el cetro del este.

Johnson machaca a aro pasado, tras un pase a la espalda de Pierce. Fuente: sporza.be

Y luego está el "caso Blatche". Las bajas han aumentado el protagonismo del bueno de Andray, y su aportación ofensiva viene siendo positiva, acorde con el talento del gigante (11.1 puntos, 49% de acierto en tiros). Pero en defensa llega el drama de un tipo con presencia para aportar en esa faceta del juego (2.11 metros, 112 kilos) pero sin ningún interés. Sus lagunas generales y nula defensa al poste bajo se repiten, ante la asombrosa moderación de su compañero en la pintura estos días, un Kevin Garnett que por mucho menos abroncó hasta el llanto a Glen "Big Baby" Davis años atrás. De Garnett no se pueden esperar ya grandes cosas a sus 37 años, pero el liderazgo (sobre todo defensivo) debía ser su principal aportación a este equipo. No se puede decir que KG no trate de inspirar con el ejemplo, pero ese aura de caudillo espiritual se escapó por la ventana durante la mudanza desde Boston, como el calor en una habitación cuando se abren las ventanas en pleno invierno.

El equipo defiende mal el pick & roll, muy mal la línea de 3 (los rivales aciertan +del 38% de sus tiros desde la larga distancia) y se ve superado por sus adversarios en la lucha por los tableros (en algo más de 2 rebotes por noche). Resultado: 102.5 puntos encajados por partido, imposibles de igualar por un ataque gripado (95.7 puntos por duelo). Con Lopez y D-Will (ejecutor y creador de más nivel del roster respectivamente) de baja y Paul Pierce en un pésimo momento, el irregular Joe Johnson (llamado a un papel de tercer-cuarto espada en las previsiones) es el encargado de asumir gran parte de la responsabilidad ofensiva, ayudado por un Livingston en el mejor pico de forma de su carrera.

Se aguarda una reacción por parte de Kidd (o Lawrence Frank) que corrija el rumbo de la nave y evite el hundimiento anterior a la vuelta del point guard y del center titulares. Mientras, Prokhorov observa la situación desde su jaula de cristal en las alturas del flamante Barclays Center, con su paciencia puesta a prueba. Problemas en Dinerolandia.



Californianos a la carrera

Esperando a Kobe y con Nash al borde de la retirada. Panorama oscurísimo para unos Lakers que vienen alternando una de cal y otra de arena, para sorpresa de todos. Y coincidir sentado frente a la pantalla con una buena noche de los de púrpura y oro equivale a diversión de primer nivel.

Estos Lakers disminuidos y con un roster de saldo juegan finalmente a lo que quiere D´Antoni, libre de las ataduras que la presencia de dos gólems interiores (y de Kobe, por qué no decirlo) suponían la temporada pasada. Dinamismo en el juego, bases y aleros que corren a la mínima oportunidad, interiores móviles (ahí Jordan Hill parece que vuelve a aumentar su rol, y Johnson se ajusta como anillo al dedo desde el banquillo, en quintetos más pequeños) y uso del extra-pass para lograr posiciones ventajosas que enmascaren la falta de talento del roster. El papel del de Sant Boi como canalizador es fundamental, el flujo del ataque en estático depende en gran medida de Pau: por él pasarán un altísimo porcentaje de las posesiones, para que cree ventajas atacando a su par o alimentando a sus compañeros. Si además se acerca a la zona y al 50% de acierto en sus tiros de campo (como en la última semana), la peligrosidad de los angelinos se dispara.

La inteligencia y lectura de juego del dúo Pau-Blake será la primera clave para que los Lakers aguanten con un bagaje digno (como el inesperado 8-7 actual) hasta el retorno de Bryant, previsto para alguna fecha sin determinar entre noviembre y diciembre. La segunda será la aportación de los secundarios.

La segunda unidad de los Lakers está al fin configurada. A día de hoy, Farmar, Young, Henry, Johnson y Kaman se erigen como actores principales desde el banquillo. Todos ellos con la necesidad de ganarse una ampliación de contrato, y sin embargo respetando el flujo del ataque la mayor parte del tiempo. Aquí debemos retirar de la ecuación a Young (en modo yo-yo cada vez que entra en racha, si emboca uno o dos tiros sus compañeros se pueden olvidar del balón) y a un Henry excesivamente agresivo en sus penetraciones en ciertas fases de los partidos, aunque gracias a ello hayamos disfrutado ya de varios mates para el recuerdo.

Póster para Withey. Fuente: nba.com

Acaudillado por un fantástico Farmar y por un Nikki Young que es la felicidad personificada (14.1 puntos por noche está promediando el nativo de L.A, cuyos momentos de inspiración ofensiva sacan de apuros al equipo), el banquillo púrpura y oro es el mejor de la NBA, y hasta 9 jugadores se sitúan por encima de los 7 puntos anotados por partido. El colectivo primando sobre la individualidad.

Atrás llega el principal drama de estos Lakers, capaces de encajar 67 puntos en la primera parte ante los Mavs o 47 puntos en el cuarto inaugural ante los Timberwolves, entre otros prodigios. La defensa exterior no pasa de cierta agresividad bastante improductiva, y el juego interior es incapaz de intimidar lo suficiente a unos rivales que llegan a las postrimerías del aro angelino con insultante facilidad (ver la cantidad de opciones de Tyreke Evans en el duelo en el Staples, que el combo-guard acabaría fallando fruto de su lamentable estado de forma). 30 puntos (78.5% de acierto en tiros) de Monta Ellis, 32 puntos (61% de acierto en tiros) + 12 rebotes de Anthony Davis, 25 puntos (47% de acierto en tiros) + 13 rebotes de Kevin Love, 23 puntos (66.6% de acierto en tiros) + 9 rebotes de Mozgov, 30 puntos (60% de acierto en tiros) de Nené Hilario ... los tipos que basan su juego de ataque en acciones cercanas al aro rival (jugadores interiores más el caso especial de un penetrador como Ellis) se exhiben ante estos Lakers, con niveles de fiabilidad altísimos en sus intervenciones (salvando el caso de un Love que combina el juego dentro-fuera). 

Es de esperar que, cuando Kobe vuelva a pisar la cancha y vaya acercándose a su estado de forma óptimo, los Lakers cambien su manera de jugar y subordinen su ofensiva a lo que decida el astro de Philadelphia. D´Antoni volverá a traicionar sus principios cuando el Jefe esté de vuelta, pero hasta entonces disfrutemos de los fogonazos que este extraño grupo de jugadores con la zamarra púrpura y oro tenga a bien ofrecernos. Los freak-Lakers, reyes del League Pass.

El banquillo enloquece tras un triple de Nikki. Fuente: fansided.com



Los mundos de Rudy

Una plantilla con calidad para pelear por un billete para los playoffs; un prometedor jugador interior, elegido con una posición alta del draft (nº5); dos líderes inclasificables; un entrenador devorado por tan particular ecosistema. Les invitamos a un apasionante viaje hacia el interior de los Toronto Raptors, a partir de ahora conocidos por estos lares como LOS MUNDOS DE RUDY.

Liderar desde la ineficacia. Un concepto sin sentido a priori, pero que adquiere absoluta verosimilitud cuando nos referimos a Rudy Gay, la prima-donna de estos Raptors. Dentro de los Memphis Grizzlies, compartiendo vestuario con jugadores del calibre de Pau Gasol primero, y Marc Gasol o Zach Randolph después, Rudy se movió en un gran nivel de acierto global en sus lanzamientos (desigual si hablamos de la línea de 3 puntos), compartiendo responsabilidades y atenciones defensivas del rival con los tipos anteriormente mencionados. Sus últimas dos temporadas completas en los trabajados Grizzlies de Lionel Hollins nos mostraron interesantes picos de rendimiento de un Gay que ocupaba un rol cambiante, oscilando entre 1ª, 2ª y 3ª alternativa en ataque según el partido y el momento del mismo. Hasta que la franquicia se vio obligada a acometer un traspaso por razones de control presupuestario, y Rudy a hacer las maletas.

El alero llegó a Canadá para asumir el rol de primer espada desde el primer día, y los problemas afloraron sin control. Gay nunca ha mostrado interés alguno en involucrar a sus compañeros en el juego (2 asistencias de media durante su carrera), pero en equipos más estructurados y roles más contenidos el problema se hallaba más o menos estancado. Una vez ocupado el despacho de jefe en pista, la tara se ha desmelenado al mismo tiempo que el personaje. 

Gay pasa el balón durante su etapa en Memphis: rareza para enmarcar. Fuente: commercialappeal.com

Los Raptors se encuentran con una estrella que percibirá 18 millones de dólares este año (y 19 el siguiente) y que supera a duras penas la media de eficiencia de la liga (situada en los 15.0 puntos, por los 16.1 de Gay). Con un tipo cuya pauta de selección de tiro se limita a lanzarse todo lo que pase por sus manos, sin discriminar entre áreas más o menos efectivas o situación de compañeros (65 tiros de campo convertidos por 178 intentados en los primeros 9 partidos de temporada, 1.9 asistencias de media en los mismos choques). Con un talento físico deslumbrante que saca su mejor nivel defensivo únicamente cuando la televisión nacional está presente (ver su trabajo sobre Lebron James en las últimas citas ante los Miami Heat). 

Siendo justos con Rudy, a las bondades de su etapa en la ciudad de Elvis (que puntualizábamos anteriormente) hay que añadir su faceta de clutch player de primerísimo nivel. Si nos centramos en el último minuto de partidos con marcador igualado (jugados en los 6 últimos años), el nivel de acierto de Gay se acerca al 46%. Cuando la bola quema, el #22 es la mejor opción.

Para acompañar a un general de tan singulares características, los Raptors cuentan con un lugarteniente de perfil muy similar. Si el balón no acaba en las manos de Gay, lo hará en las de DeRozan en un alto porcentaje de probabilidad. Y las consecuencias para el equipo serán parecidas.

Freak físico de altura, en DeMar encontramos a otro purista de la filosofía-Rudy: el único tiro malo es el que no se lanza. Nula selección, sumada en este caso a una inoperancia absoluta desde la línea de 3 puntos (patético 24.5% de acierto acumulado en su carrera). 58 tiros de campo convertidos por 154 intentados en los 9 primeros partidos del curso 2013/2014. 

Hablábamos al inicio de la entrada de un prometedor jugador interior, elegido con el Nº5 del draft de 2011 y llamado a cumplir un importante papel en el futuro de la franquicia. Con estos dos socios exteriores, las opciones de Jonas Valanciunas en ataque se limitan a jugarse los escasos balones que le lleguen al poste (la alternativa de desarrollar su juego de pase durante los partidos no es viable, el balón que sueltas ya nunca volverá...) y a malvivir de los rebotes ofensivos capturados (3 por partido hasta ahora). Frustrante panorama para un pívot con pretensiones el de ver el balón volando constantemente por encima de su cabeza.

Rudy, DeMar y Ross en sus acciones favoritas. Fuente: nba.si.com

A día de hoy los Raptors van ganando 1 de cada 2 partidos, pero el modelo parece ruinoso a largo plazo, con la 1ª ronda de los playoffs como límite en el más optimista de los casos. 

Fin del reporte desde los mundos de Rudy, seguiremos en contacto.


Respeto merecido

La primera campaña de la "reunión de talentos" en South Beach transitó por senderos muy alejados del paradigma de camino de rosas. Inmerso en un complicado proceso de consolidación, con 3 jugadores acostumbrados al papel de solista compartiendo cancha y balón, el equipo despachó una potente regular season (58 victorias - 24 derrotas), pero dejando sensaciones de una suficiencia mal entendida que haría bastante daño en el micro-clima del vestuario. Uno de los momentos más grotescos de ese camino (trufado de victorias) acaeció cuando, durante un tiempo muerto en la pista, Lebron James chocó con el coach Spoelstra. Lejos de tratarse de un incidente involuntario, la maniobra respondía a un calentón del juggernaut de Akron, que pretendía mostrar así el escaso respeto que profesaba hacia un entrenador debutante al mando del banquillo. Allí mandaba él.

El famoso choque entre el coach primerizo y la superestrella. Eran otros tiempos. Fuente: hiphopnews24-7.com

La aventura acabaría con los Dallas Mavericks de Carlisle y Nowitzki desnudando las vergüenzas de los Heat, y con un verano prolijo en críticas hacia el conjunto en general, y hacia Lebron y Spoelstra en particular. Fue durante aquellas vigilias estivales cuando el preparador nacido en Illinois (hijo de madre filipina) comenzó a cocinar a fuego lento el sistema con el que Miami ha dominado las 2 últimas temporadas en la mejor liga de baloncesto del planeta. Muchos dirán que contar con James, Wade y Bosh (sobre todo con el primero) facilita mucho las cosas. No estarán equivocados, pero tampoco contarán toda la verdad: los Heat de Spoelstra han roto tendencias que venían imperando en la NBA desde tiempos inmemoriales. Han desafiado el teorema del Gólem.

George Mikan, Bill Russell, Willis Reed, Abdul-Jabbar, Hakeem Olajuwon, Shaquille O´Neal, Tim Duncan... La leyenda de interiores dominadores que acaudillaron (o ayudaron mucho) a sus equipos hacia las más altas cotas de gloria es extensa y elocuente. Cierto es que los Chicago Bulls de Michael Jordan nunca contaron con presencias verdaderamente dominantes en la zona, aunque no es menos cierto que Dennis Rodman lideró la competición en rebotes capturados durante los 3 anillos posteriores a la primera retirada de Air. Por tanto, los Toros del Maestro Zen si que contaron con un monstruo en la zona, a las extravagantes maneras del Gusano de New Jersey.

Los últimos Miami Heat campeones capturaron 8.2 rebotes ofensivos por partido y 30.4 defensivos. En el primer caso fueron el tercer peor equipo de la NBA (con Celtics y Spurs a una mísera décima de distancia). En el segundo sólo superaron a 7 de las 29 franquicias rivales. Si tomamos como referencia los rebotes totales, fueron el peor equipo de toda la liga. EL PEOR.

Spoelstra era perfectamente consciente de esa falta de kilos y presencia interior en ambos training-camps, por lo que decidió confeccionar un disfraz que maquillara tan mayúsculo defecto. Presión axfisiante sobre las líneas de pase del rival (tercer equipo que más balones roba por partido de la competición), dificultando enormemente la alimentación de los pívots rivales; defensa con líneas muy altas y small ball en muchas fases de los choques, aprovechando la capacidad de Lebron para contener con efectividad a buena parte de los power-forwards rivales. La llegada de Birdman Andersen (jugador maldito, desechado por el resto de la NBA) otorgó al esquema una suerte de mini-Rodman (intentando no faltar al respeto al mítico gusano), un tipo capaz de aportar agresividad e intensidad en los minutos que le toque jugar, además de su habilidad especial para sacar de sus casillas al rival de turno.

La interrupción de la circulación rival como solución a una alarmante carestía reboteadora, y de paso como mecha en la activación del famoso juego de contraataque de Miami. Tras ser minusvalorado en sus inicios, Spoelstra se ha revelado como un entrenador de primer nivel defensivo, ganándose por el camino el respeto de su divo y jugador más determinante del baloncesto actual.

Spo alecciona a su juego exterior. Fuente: nba.com